
El niño que camina: de 12 a 18 meses

De los doce a los dieciocho meses, el niño desarrolla grandes habilidades: aprende a caminar, se vuelve más independiente, amplía el número de palabras que dice, y se convierte en un ser muy sociable. Todas estas habilidades lo hacen sentir como una verdadera personita.
Ahora se hace mucho más evidente su carácter y su temperamento porque está en capacidad de relacionarse con los demás de una manera más activa, sabe muy bien qué es lo que quiere y qué es lo que le gusta en términos de compañía, de juegos y de comida.
Tiene gran capacidad para aprender nuevos juegos y se nota que su mente actúa por la gran curiosidad que muestra ante todo lo nuevo, por las cosas que descubre, por su afán de comunicarse y de obtener aprobación de las personas que lo rodean.
Los problemas más frecuentes durante la noche son los miedos nocturnos. La mayoría de las veces basta con ir a su cama y tranquilizarlo por un momento.
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Muestra cada vez más habilidades en sus movimientos. Pueden andar hacia atrás, ponerse en cuclillas y subir y bajar un escalón.
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Camina y recorre la casa y sus alrededores ampliando el conocimiento de su mundo cercano.
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Se interesa más por el juego que por la alimentación.
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Comprende por primera vez que él mismo puede ser el causante de algo: si tira un plato al suelo, se oye un ruido y desaparece el plato.
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Entiende indicaciones y nombra personas y objetos.
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Les encanta realizar pequeñas tareas que le solicitan y colabora con gusto en lo que se le pide.
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Aprende el significado de la palabra “No”, como afirmación de sus propios gustos y como limitación por parte de los adultos.
¿Qué necesita el niño que camina?

- Un ambiente seguro: tener especial cuidado con puertas y ventanas, escalas, tanques y pozos.
- Tener objetos variados y seguros para jugar.
- Mantener guardados bajo llave medicinas y venenos y tapar todos los tomacorrientes eléctricos.
- Dormir una siesta, preferiblemente temprano para que en la no- che no le cueste conciliar el sueño.
- Que le hablen con claridad y le repitan de nuevo las palabras que no pronuncia bien.
- Que le brinden apoyo y atención con calma y eviten decirle “No” de manera permanente.
- Tener compañeros de juego, especialmente adultos.
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