Fundación Secretos para contar | El aire es un espacio de todos

La naturaleza del aire

El aire, un espacio de todos La Tierra está cubierta por la atmósfera, la capa de aire que sentimos cuando sopla el viento. Compuesta por varios gases, los más abundantes son el nitrógeno y el oxígeno, esenciales para la vida. El nitrógeno favorece el crecimiento de las plantas, y muchas de ellas, como las leguminosas, tienen en sus raíces bacterias que lo fijan al suelo para poder aprovecharlo. La lluvia también fija el nitrógeno, y por eso las plantas reverdecen después del aguacero. El oxígeno, liberado por las plantas, es básico para nuestra existencia, pues nos permite respirar. Para comprender lo frágil que es la atmósfera, imaginemos nuestro planeta como un balón de fútbol rodeado completamente por una tela de araña: así de delicada es esa capa de aire que compartimos con los demás seres vivos. Esto nos hace responsables de ella. Al llenarla de humo, de polvo o de venenos, no sólo atentamos contra nuestra propia salud, sino contra la de los demás.

Ven, viento, dime de dónde vienes En agosto llega el viento desde el otro lado del mundo para que lo disfrutemos con las cometas. Nace cuando el Sol calienta la Tierra en el trópico. La diferencia de temperaturas con las zonas más frías del Polo Norte y el Polo Sur, genera corrientes de aire en movimiento que llevan y traen humedad, en forma de nubes. En Colombia también se generan vientos y zonas de humedad llamadas “cinturones de nubes”, a distintas alturas desde el nivel del mar hasta la cima de las cordilleras. Por eso tenemos climas medios y fríos.

Semillas voladoras, plantas viajeras Muchas plantas envían sus semillas al viento, y para ello la naturaleza ha creado diversas maneras de hacerlo, como las diminutas sombrillas del diente de león, llamadas vilanos, que viajan muy lejos y germinan donde encuentran suelos apropiados. Los guayacanes lanzan al aire miles de hélices transparentes cada una con su semilla en busca de un lugar donde vivir. Las brujitas de la ceiba blanca son pequeñas motas de lana vegetal que el viento se lleva cuando el fruto se abre. Cada una transporta la diminuta semilla de un árbol gigante. Ellas dan el nombre a la ceiba bruja o bonga. La ceiba tronadora, en cambio, se llama así porque sus frutos, semejantes a una mandarina de madera, se revientan con un fuerte ruido y lanzan las semillas a varios metros de distancia. 

Insectos y pájaros, animales voladores

cisne

La conquista del aire fue uno de los grandes logros de la evolución de la vida. Los primeros voladores que desarrollaron alas fueron los insectos. Las alas son superficies que al moverse permiten suspenderse en el aire y desplazarse con el viento. Algunas son transparentes, como las de las libélulas. Otras están cubiertas de escamas pequeñísimas que reflejan la luz del Sol con los miles de tonos y diseños de las mariposas. Otras, como las de los escarabajos, se guardan dentro de un estuche y solamente salen para volar.

Los pájaros son los descendientes directos de los dinosaurios. Desarrollaron plumas para planear en distancias cortas desde las ramas; luego surgió el aleteo, y con él, el vuelo largo.

Algunos animales de pelo también intentaron conquistar el aire, pero solo lo lograron algunas ardillas que planean como cometas gracias a pliegues de su piel entre patas y manos. Y los murciélagos, cuyos brazos se volvieron verdaderas alas de piel que les permiten volar como si fueran pájaros. Los seres humanos también soñamos con el vuelo, y fue así como se inventaron los globos aerostáticos, los aviones, las cometas y los paracaídas.

Espantapájaros                                                            

Los espantapájaros sonoros asustan con el ruido.
Para hacerlos, se cuelgan tubos delgados de aluminio de distintos tamaños,       
tapas de ollas, latas alrededor de un aro de alambre
y en medio de ellos se deja suspendida una tuerca grande.
Cuando la brisa los agite, harán un sonido que asusta a los pájaros.
Para hacer un espantapájaros transparente se clavan estacas de 70 centímetros
de altura a lado y lado de los bordes del sembrado, separadas 50 centímetros entre cada una,
y luego se tensa hilo de nailon en zigzag entre estaca y estaca.
Los pájaros que se acercan se asustan al chocar con las cuerdas y escapan asustados sin hacerse daño. Los pájaros confunden los espantapájaros vestidos con los hombres. Para este sólo tienes que clavar una estaca en cruz y vestirla con ropa vieja y sombrero.