Ya lo dijimos también: es poner toda la atención al momento de comer y a lo que vamos a comer. ¡Es hacer de la alimentación una celebración! Al alimentarnos conscientemente, damos a nuestro cuerpo lo que necesita para sustentar la vida.
Hipócrates, el padre de la medicina, decía sabiamente: “Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina tu alimento”. ¿Qué quiere decir esto? Es muy simple: somos lo que comemos. Comer es incorporar, es consumir el alimento que sostiene la vida.
Entonces, ¿qué ponemos en nuestro cuerpo cuando comemos?, ¿cómo fueron producidos esos alimentos? y ¿qué hacemos con lo que comemos? Depende enteramente de nosotros…
Alimentarse bien es una herramienta muy poderosa: es capaz de modificar los genes y de reducir la inflamación y los procesos dañinos para el cuerpo. Comer bien siempre será un acto de respeto y amor hacia el cuerpo.
Entonces, la alimentación es indiscutiblemente uno de los hábitos vitales: de ella depende nuestra calidad de vida.
“Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago”.
(Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes Saavedra).
Come balanceado. Trata de no comer solo: la comida es una bonita excusa para compartir la vida. Come lo justo, para no quedar con hambre ni muy lleno; come más frutas y verduras de varios colores; no te excedas en el consumo de harinas, azúcares y fritos (gaseosas, galletas, dulces y mecato); no reutilices el aceite para fritar: así se vuelve nocivo; toma abundante agua y come liviano en la noche para mejorar la digestión; y bríndale a tu cuerpo los alimentos indicados según tu estado de salud, edad, género (hombre, mujer), la actividad física que desarrollas, el tipo de ocupación laboral, entre otras características.
Sigue estas recomendaciones nutricionales:
Si el bebé nace con labio y paladar hendido, o
alguna otra enfermedad, desde el primer
momento es clave iniciar el tratamiento con
profesionales expertos para mejorar su condición
y lograr una mejor calidad de vida.