Lina Marcela estudió administración agropecuaria en Medellín, y al terminar se fue a vivir a la vereda el Chuscal (en El Retiro, Antioquia) a cuidar cinco cabritas.
Un día contactó a un primo lejano que cuidaba 10 cabras. El amor que ambos sentían por los cabritos los unió y pronto se convirtieron en una pareja.
Juntos investigaron todo lo relacionado con el ganado caprino, muy poco conocido en Antioquia. Aprendieron sobre las razas que hay, el manejo de la leche que es muy nutritiva y la fabricación de quesos, muy apreciados en otros países del mundo.
Después multiplicaron los quince cabritos que tenían entre los dos, vendieron a sus vecinos la leche que ordeñaban y con el tiempo aprendieron a fabricar y comercializar sus propios quesos. Con las ganancias que obtuvieron y algunos préstamos, construyeron en medio de la montaña una planta de producción para procesar y empacar todos sus productos.
Diez años han pasado desde que esta historia empezó con dos primos lejanos que juntaron 15 cabritos. Hoy tienen 90 cabras y producen quesos con su propia marca, Corcovado.
El amor y el negocio lograron crecer con la paciencia y la inteligencia que nunca les faltó.