Vivir en grupo tiene ventajas como poder detectar fácilmente las amenazas, obtener alimento y recibir ayuda en las tareas de la crianza, pero también tiene desventajas como la necesidad de obtener recursos abundantes, una mayor competencia a la hora de encontrar pareja y el ser más visibles ante un depredador.
El tamaño del grupo puede variar desde una docena hasta millones de individuos, que suelen dividirse en dominantes y subordinados. Los factores que hacen que uno sea dominante sobre otro varía entre especies, aunque en general influyen el sexo, la edad, el tamaño o poseer un territorio.
Los perros salvajes africanos forman manadas con jerarquías y división de labores. Por su tamaño, no podrían competir con los grandes depredadores como el león, y por eso para cazar hacen carreras de relevos para cansar a las presas y atacarlas cuando están rendidas.
En otros casos, como el de los lobos, un miembro asume el liderazgo y la seguridad del grupo, y es el encargado de proteger y mantener la unión y el orden.
Hay formas de vivir en comunidad todavía más complejas, como es el caso de las abejas y de ciertas especies de hormigas, en las que cada individuo tiene una tarea particular: unos defienden, otros buscan alimento, otros lo procesan, otros construyen y otros se reproducen.
Una de las conductas más conmovedoras de algunos animales es el altruismo. Cuando las ciervas tienen crías y son acechadas por lobos, las esconden entre arbustos y luego incitan a sus depredadores a perseguirlas para alejar el peligro de sus pequeños. De esta manera exponen su propia vida para que perdure su descendencia.
Busca a tu alrededor y observa comunidades de hormigas arrieras, colonias de abejas, bandadas de pájaros y grupos de perros. Estas especies nos revelan que el trabajo en equipo, el liderazgo, la solidaridad y la cooperación son formas de organizarse y sobrevivir en grupo de manera exitosa.