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El día y la noche

El día y la noche

Los días pueden ser iguales para un reloj, pero no para un hombre.

Marcel Proust

 

En la vida hay opuestos por todas partes. La naturaleza nos muestra que la diversidad es necesaria. Poco a poco vamos aprendiendo a comprender que no hay blanco sin negro, que la noche no existe sin el día, y a ser conscientes de que la existencia de algo necesita la existencia de lo contrario.

“Son como el día y la noche” es una expresión que se usa para decir que dos personas son muy diferentes entre sí, que no se parecen en nada, que son tan opuestas como la luz y la oscuridad. El día y la noche son dos momentos tan distintos que, incluso, los oficios que se realizan en uno y otro son muy diferentes: la mayoría de la gente va a la escuela o al trabajo durante el día, y utiliza las horas de la noche para descansar y dormir; aunque hay algunos que hacen las cosas al revés y se acuestan cuando sale el sol y llevan una vida activa durante la noche.

Muchas personas tienen profesiones o realizan actividades que los obligan a llevar una vida nocturna, como los médicos, los vigilantes y los bomberos que deben estar atentos a cualquier emergencia que se presente en horas de la noche; o como los astrónomos, que se dedican a observar las estrellas. Muchos otros trabajan de día, porque los oficios que ejercen así lo exigen, como es el caso de las personas que cultivan la tierra y deben aprovechar la luz del sol, o como los cocineros, que dirigen sus cocinas desde el amanecer para alcanzar a servir el almuerzo al medio día.

Los animales también pueden dividirse en seres diurnos y nocturnos, según sean sus hábitos y el lugar en que habiten. Las plantas se sincronizan con la actividad diurna o nocturna de sus polinizadores. Hay algunas de ellas, como la reina de la noche, que como su nombre lo indica, abre sus flores por la noche a su polinizador nocturno, mientras que la gloria de la mañana las abre con la primera luz del día y las cierra al llegar el medio día. El mico de noche es nocturno, y sale a cazar insectos y a recolectar frutas en plena oscuridad, mientras que el gallo se acuesta cuando se pone el sol y canta para anunciar que llega un nuevo día.

En el trópico, el día y la noche se suceden de manera continua, pues al girar sobre su propio eje, la Tierra nos deja ver al Sol durante doce horas, y luego, durante las siguientes doce, nos muestra las estrellas. Los seres humanos también vivimos entre el día y la noche, y estos momentos conviven y se complementan tan bien que no podrían existir el uno sin el otro.

 

El gallo canta de día

Los gallos son madrugadores por naturaleza. Durante muchos años se pensó que su canto era una respuesta a los primeros rayos de luz del amanecer, pero hoy sabemos que están programados genéticamente para cantar todos los días desde las 5 a.m., y no necesitan de la luz del sol para despertar. Por eso, cuando el ser humano empezó a domesticar el gallo salvaje, hace más de 7 mil años, aprovechó este rasgo genético para saber con precisión, al oír el canto del gallo, cuándo iba a amanecer.

El gallo es muy activo durante el día, y pasa la mayoría del tiempo picoteando comida y persiguiendo gallinas, pero cuando llega el atardecer, se trepa rápidamente a una rama para dormir.

El mico de noche aúlla de noche

Esta criatura nocturna, que vive en las copas de los árboles del bosque tropical, tiene unos ojos inmensos, y un oído y un olfato muy desarrollados, que le sirven para captar cualquier presencia y movimiento en la oscuridad de la noche; también para orientarse, cazar y distinguir a sus depredadores y a los de su misma especie.

El mico de noche despliega una gran actividad en su territorio desde que la oscuridad se apodera del bosque hasta poco antes del amanecer, y muy especialmente cuando hay luna llena, cuando parece estar poseído por un exceso de vitalidad. Los machos suelen aullar en la oscuridad cada dos horas para llamar a las hembras y para marcar su territorio ante la presencia de los enemigos.

 

La gloria de la mañana florece en la mañana

Esta planta trepadora produce unas flores en forma de trompeta, muy sensibles a la luz, que se abren en la mañana al recibir los primeros rayos del sol, y en la tarde ya todas están cerradas. La gloria de la mañana debe su nombre a la belleza de sus flores, y a la forma tan delicada y misteriosa en que abren sus pétalos cuando son tocados por las primeras luces del amanecer.

Algunas especies de gloria de la mañana madrugan más que otras, y a las 4:30 a.m. comienzan a estirar sus pétalos, pues el proceso de abrirse no es automático y requiere de tiempo, y a las 8 a.m. están listas para recibir la visita de abejas, mariposas y escarabajos, que son sus polinizadores naturales.

La reina de la noche florece en la noche

Este cactus crece de manera exclusiva en el desierto de Sonora, en Norteamérica, y su actividad vital es nocturna, como la de la mayoría de las criaturas que habitan este desierto, que evitan exponerse directamente al peligroso calor del sol.

La reina de la noche florece una vez al año, durante una sola noche, y solo tiene un polinizador, la polilla colibrí, que también es nocturna. Las flores se abren después de las 7:00 p.m. y producen polen y néctar durante 2 horas, y luego se van cerrando hasta quedar cerradas por completo a las 2:00 a.m. Si una de sus flores es fecundada por el polen que trae una polilla colibrí, esta se convierte en un hermoso fruto rojo, parecido a un higo.

 

El arcoíris, un espectáculo de día

En tiempos muy remotos, el arcoíris era considerado un espectáculo diurno que producía asombro y anunciaba en el cielo la llegada de buenos tiempos, o de algo terrible que pronto iba a suceder. Varias leyendas y tradiciones antiguas cuentan que el arcoíris nació de la promesa que los dioses le hicieron a la humanidad de que nunca más habría una gran inundación o un gran diluvio.

Hoy en día sigue siendo una alegría y una especie de milagro, poder contemplar en el cielo este fenómeno óptico que aparece cuando la luz del Sol atraviesa las gotas de una lluvia ligera, y se descompone en los siete colores que son visibles a nuestros ojos: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, índigo y violeta.

La aurora boreal, un espectáculo de noche

Al Norte, en las regiones cercanas al círculo polar ártico, ocurre durante algunas noches un fenómeno luminoso de gran belleza llamado aurora boreal, que se produce cuando partículas con carga magnética que provienen del Sol se mezclan con gases que hay en la atmósfera terrestre.

Para quienes no la hemos visto, es difícil imaginarnos el hechizo que produce esta especie de efectos especiales en tercera dimensión que ilumina de manera poderosa el cielo nocturno con hermosos colores, entre verdosos y violetas, que se mueven y cambian sorpresivamente, y pueden durar entre 30 segundos y varias horas.

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Ilustraciones: Carolina Bernal C.

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