Las heridas graves son extensas, profundas, están contaminadas con material (arena, vidrios, material vegetal), están infectadas y ubicadas en zonas como el pecho (tórax), el abdomen o la cabeza/cuero cabelludo; o fueron ocasionadas por machacamiento o aplastamiento. Son más graves aún para niños, adultos mayores o personas diabéticas (con azúcar en la sangre).
Si no hemos sido vacunados contra el tétano, debemos acudir cuanto antes al hospital: así la herida sea pequeña, nos la pondrán inmediatamente.
Las heridas simples son heridas pequeñas, pueden ser laceraciones, cortadas o rasguños; además, son superficiales y están poco contaminadas. Su manejo está enfocado a evitar la infección y a prevenir el tétano. Para esto, debemos lavar la herida con agua y jabón. No es necesario cubrirlas, a no ser que exista un alto riesgo de infección, o porque están localizadas en una zona de roce. Las imágenes de la página siguiente explican cómo cubrir una herida.
Si la herida está sucia con tierra, material vegetal, vidrios u otros, debemos lavarla con agua corriente para arrastrar el material.
Si la herida está limpia, la lavamos con agua y jabón una vez por día, con un movimiento circular de la zona interna o más contaminada (o sucia) hacia la zona externa o de piel sana.
Sabremos que la herida está infectada si está caliente, si hay enrojecimiento o hinchazón alrededor, si sentimos un dolor con sensación de pulsaciones en el lugar de la herida o si hay pus. En estos casos, aparte de lavar muy bien, debemos consultar en el hospital, porque quizá necesitemos un antibiótico.
1. Humedecer el apósito con agua o jabón.
2. Lavar la herida describiendo una espiral desde el centro hacia afuera.
3. Cubrir la herida con un apósito o gasa limpia.
4. Usar cinta o microporo para sostener la gasa o el apósito cubriendo la herida.
Una herida es grave cuando se dañan los tejidos del cuerpo, ya sea que se rompa la piel (herida abierta) o no se rompa (herida contusa). Una herida tiene el riesgo de estar acompañada de una hemorragia o de ser la puerta de entrada para una infección.
En caso de herida grande, debemos ir al hospital. También debemos acudir si la herida se ve profunda, aunque no sea muy grande; si los bordes quedan muy abiertos cuando los tratamos de unir; si la causó un objeto sucio u oxidado; si hay mugre o vidrios en el interior; si la herida fue causada por una mordedura; o si sangra mucho y no logramos detener el sangrado a pesar de la presión directa y el vendaje compresivo .
Las heridas y raspaduras deben ser lavadas muy bien para evitar la infección. Debemos presionar sobre la herida para detener el sangrado y lavar con agua y jabón para matar los gérmenes.
Lo primero que nos corresponde es controlar la hemorragia en caso de que esté presente (ver páginas 200 y 201, sobre hemorragias).
1. Si la herida tiene partículas o pedazos de algún material y podemos retirarlos sin causar dolor excesivo, lavémosla con agua limpia. La idea es que el agua limpia arrastre el material y no restregar porque produce dolor. Si hay mucho dolor, no lo hagamos y dejémosle esta tarea al servicio de urgencias.
2. Cubrimos la herida con un apósito limpio o un pedazo de tela limpio, y usamos un vendaje para sostener el apósito o tela limpia que utilizamos. (Imagen 1)
3. Podemos inmovilizar la zona donde está la herida: esto aliviará el dolor.
4. No debemos aplicar telarañas, papa, etc. lo importante es dejar la herida limpia.
5. Únicamente en los casos en que haya una hemorragia (flujo ininterrumpido de sangre), recurrimos al torniquete.
6. Si la herida fue causada por un objeto extraño (como un puñal, o un pedazo de vidrio o de madera de tamaño grande) y este sigue en el interior del cuerpo, no debemos retirarlo para evitar hemorragias. En estos casos es fundamental fijar el objeto extraño con gasas y vendas para evitar que se mueva y cause una mayor lesión. (Imagen 2).
1. Ponemos el paciente en reposo. (Imagen 1)
2. Aplicamos hielo local sobre la zona de la herida o compresas muy frías. (Imagen 2)
3. Hacemos un vendaje apretado en la zona para evitar el sangrado interno (ver vendaje compresivo en la página 223). (Imagen 3)
4. Inmovilizamos la zona donde está la herida (ver inmovilizaciones en las páginas 224 y 225).
Si la herida es en el abdomen o tórax no se debe hacer vendaje ni torniquete. La persona debe estar en reposo, con las piernas dobladas sobre una almohada hasta llegar al servicio de urgencias.
Heridas en el pecho o tórax. Las heridas en el pecho (tórax) que producen dificultad para respirar son graves, y si además las heridas soplan (sale aire por la herida), debemos cubrir el orificio con gasas limpias o con la mano de quien está ayudando (auxiliador). Si la herida presenta hemorragia, debemos cubrirla con un apósito y sujetarla con un vendaje y llevar a la persona rápidamente al hospital en posición semisentada (si no sospecha lesión de columna). (Imagen 1)
Heridas de cuero cabelludo. Estas heridas pueden ser de tamaño pequeño, pero con abundante sangrado, por lo que la atención debe estar encaminada a encontrar la zona específica por donde está saliendo la sangre y hacer presión directa sobre ella. En algunas oportunidades, el herido requerirá sutura (costura), así que debemos llevarlo al servicio de urgencias.
Debemos controlar la pérdida de sangre inmediatamente porque una persona que sangra abundantemente puede perder la vida. Lo primero que nos corresponde hacer es sentar al paciente y aplicar presión con una gaza o tela limpia en el lugar del sangrado para detenerlo, y llevar al paciente rápidamente al centro médico en posición sentado.
Heridas de abdomen o estómago. Cuando hay un golpe fuerte en el abdomen y cambios en los signos vitales, además de palidez, piel fría y pegajosa, o debilidad, el herido puede tener una hemorragia interna o haber sufrido la ruptura de un órgano importante, debemos ir a urgencias rápidamente.
Si en la herida del abdomen observamos la salida del intestino (vísceras), nunca tratemos de introducirlo nuevamente; debemos, sí, cubrirlo con un apósito o tela limpia húmeda (Imágenes 2 y 3), y en todos los casos de trauma de abdomen debemos acostar al paciente, doblarle las piernas y apoyarlas en una almohada debajo del pliegue de las rodillas para llevarlo al servicio de urgencias. (Imagen 4)
Mantener la calma y actuar con cabeza fría ayuda a que prestemos una ayuda más efectiva a un paciente que ha sufrido una lesión grave de cualquier tipo.