No todo golpe en la cabeza o en la cara es un trauma de cráneo; por lo tanto, es necesario que conozcamos algunas de las condiciones del evento que hacen más probable que el golpe genere consecuencias negativas.
· Golpes directos sobre el cráneo con elementos contundentes como herramientas de trabajo o palos.
· Caídas de más de 1,5 metros, especialmente en menores de dos años.
· Accidentes de tránsito, especialmente motociclistas sin casco.
· Caídas de adultos mayores de 60 años.
· Golpes con objetos duros.
En cualquiera de estos casos, debemos acudir de inmediato al servicio de urgencias.
Hematomas (chichones), fracturas cerradas y abiertas del cráneo, sangrados dentro y fuera del cerebro, entre otras.
Luego de un trauma de cráneo, debemos evaluar la capacidad de respuesta de la persona afectada; establezcamos contacto verbal y visual con ella, preguntémosle su nombre, el número de la cédula, la fecha de nacimiento (en general, cualquier dato que podamos corroborar); asimismo, preguntémosle si sabe dónde se encuentra y en qué año está.
Si la persona es incapaz de establecer contacto visual, de hablar claramente, de responder correctamente, debemos solicitar ayuda y llevarla de forma inmediata a un centro de salud.
¿Qué hacemos mientras llegamos al hospital?
· Evaluemos y controlemos la presencia de sangrado abundante o de cuero cabelludo en caso de existir.
· Si sangra el cuero cabelludo, colocamos un apósito limpio y sujetamos con un vendaje.
· La posición correcta para trasladar al paciente es con la cabeza un poco más alta que el resto del cuerpo, solo si hay inconciencia debemos llevarlo en posición lateral de seguridad.
· Evaluemos la respiración: no debe ser ruidosa, trabajosa ni dolorosa.
· Establezcamos contacto visual y verbal con el paciente.
Ante la presencia de cualquier anormalidad como: vómito, perdida del equilibrio (cuando camina se va para un lado), dificultad para hablar, convulsiones, dolor de cabeza intenso, cambios de comportamiento (muy quieto o muy agresivo), debemos acudir al centro de salud de forma inmediata.
Los ancianos tienen una disminución en el volumen del tejido cerebral que favorece la aparición de sangrados internos (esto es bastante frecuente). En estos casos, es más probable que aparezcan sangrados de origen venoso, los cuales suelen tener una evolución lenta. Podemos sospechar cuando luego de haber transcurrido una o dos semanas del golpe, o hasta varios meses, observamos alteraciones del comportamiento, cambios de la personalidad y del estado de ánimo. Debemos prestarles atención a estos signos.
Los bebés y los niños son más propensos a las caídas que generan trauma de cráneo; sin embargo, ellos pueden tolerar mejor la hinchazón del cerebro. Debemos estar alertas si vomitan, están adormilados, salivando en exceso, si convulsionan o sangran, y si muestran cambios en la forma de la cabeza. Cualquiera de estos signos, u otra condición que consideremos anormal, debe ser un motivo suficiente para acudir al servicio de urgencias.