De día el único astro visible es el Sol. Su brillo es tal que nos hiere los ojos y nos impide ver los demás cuerpos celestes, aunque a veces vemos la Luna. Tenemos que esperar la oscuridad de la noche Las estrellas, como el Sol, liberan enormes cantidades de energía que salen en forma de luz. Tienen luz propia. Siempre pasan por el cielo en el mismo orden. Jamás hay un desorden de estrellas. Los que cambian de posición son los planetas.
De las estrellas nocturnas, la más cercana es Alfa Centauro, que está a cuatro años luz de nosotros. O sea que la luz que vemos de ella salió de la estrella hace cuatro años. El Sol está a ocho minutos luz del planeta Tierra.
La estrella más visible es Sirio; la más grande, Antares. Es tres veces más grande que el Sol. Un buen día el hombre decidió bautizar a las más brillantes. Después le dio por unirlas formando figuras imaginarias. Son las constelaciones: Escorpión, Orión, La Osa Mayor, entre muchas otras.
Mauricio Pardo, estudioso de la ciencia y el cielo, encontró que los indígenas Emberas —que habitan en Antioquia y Chocó— han puesto nombres muy bellos a los astros. En Ituango, a las Pléyades, que son un grupo de estrellas, las llaman be jomiá, maíz amontonado. Al planeta Venus, que a veces aparece en atardeceres o amaneceres, ewarí chíndau, estrella de día. En lugares del Chocó, dos estrellas muy juntas y de igual brillo, son kua umé bema, los dos ojos.
Las estrellas son bolas de gas que nacen y mueren. Su vida comienza con la acumulación de gases como el hidrógeno y el helio, responsables también del calor y la luz que producen. Al morir, algunas se convierten en diamantes―carbono cristalizado― y se les conoce también como enanas blancas. Las estrellas que vemos titilar en el cielo son vecinas de nuestro Sol y hacen parte de una misma familia llamada la Vía Láctea, gran remolino de estrellas que nos contiene. Hay estrellas de todos los tamaños. Las de menor tamaño son hasta diez veces más pequeñas que el Sol y las más grandes son hasta 100 veces mayores que él.
La estrella más brillante es Sirius, a ocho años de distancia si pudiéramos viajar tan rápido como la luz.
La estrella más cercana a la Tierra es el Sol, a ocho minutos luz. Es decir, la luz que sale del Sol se tarda ocho minutos en llegar hasta nuestros ojos. Así que el Sol que vemos es el que fue hace ocho minutos. La que sigue en cercanía es Próxima Centauri, a la que llegaríamos en unos cuatro años luz.
Hay estrellas de tantos colores como el arcoíris y su color depende de qué tan calientes son: las azules son las más calientes, le siguen las blancas, luego las amarillas y, finalmente, las rojas, que son las más frías. Como en la llama de una vela, o de un fogón, la parte azul es la más caliente.
Las estrellas titilan en el cielo porque su luz, en el viaje hasta nuestros ojos, debe atravesar una capa de gases y partículas de polvo que la desvía ―la atmósfera― y, por eso, vemos un resplandor que titila o que se mueve. Los grandes telescopios del mundo están ubicados en montañas muy altas donde la atmósfera es menos densa y la luz de las estrellas llega con menos obstáculos. Hay puntos más brillantes que titilan con menor intensidad: son los planetas, y están más cerca de la Tierra que las estrellas. Venus y Mercurio pueden verse en la madrugada, hacia el Oriente, y se les llama luceros de la mañana o del alba. También los vemos en el atardecer, hacia el Occidente, y se les llama luceros de la tarde o vespertinos.
Muchos no saben que el Sol es una estrella mediana, la única que aparece de día. Las otras desaparecen al amanecer, pero en realidad siguen allá, detrás de la atmósfera. El Sol tiene hermanas gemelas, estrellas amarillas medianas como él, que se han alejado en su viaje por la Galaxia. Nuestra estrella no siempre será amarilla o naranja. En unos miles de millones de años empezará a crecer hasta convertirse en una estrella gigante roja.
Ilustración: María Luisa Isaza
Al unir las estrellas más brillantes con líneas imaginarias vemos formas que han sido interpretadas de manera distinta por cada cultura. La mayor sociedad de astrónomos del mundo, la Unión Astronómica Internacional, ha dividido el cielo en 88 regiones llamadas constelaciones. En las constelaciones se pueden ver diferentes figuras, o asterismos, formadas por las estrellas. Por ejemplo, nuestros abuelos y padres dicen que en el mes de diciembre ven Las Tres Marías o Los Tres Reyes Magos. La Unión Astronómica Internacional llama a esas tres estrellas el Cinturón de Orión, la constelación más brillante y conocida hasta ahora.
Ilustración: María Luisa Isaza
Cada mes podemos ver distintas constelaciones. Desde Colombia todas son visibles debido a su ubicación cerca de la línea del ecuador, que divide la Tierra en dos. Así podemos observar toda la bóveda celeste y detectar más constelaciones que en países del Norte, como Estados Unidos, desde donde es imposible localizar al-gunas constelaciones del Sur. A su vez, los que viven muy al Sur, en Argentina por ejemplo, no logran ver algunas constelaciones del Norte.
Ilustración: María Luisa Isaza