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Frutos y semillas

Frutos y semillas

Los óvulos fecundados dan origen a las semillas. El ovario madura, aumenta de tamaño, engrosa y forma la carne o pulpa del fruto. El fruto es en realidad una reserva de carbohidratos que se forma alrededor de la semilla, para protegerla. Cuando el fruto está maduro, las semillas caen al suelo y originan una nueva planta. Las plantas producen una inmensa variedad de frutos y muchos de ellos sirven de alimento a los animales y a las personas.

Las semillas vienen escondidas dentro del fruto. Cada semilla es un cofre maravilloso que guarda toda la información que se requiere para formar una pequeña hierba o un árbol gigantesco, según la planta que la produzca. Cada planta produce sus propias semillas y, por eso, vienen en una gran variedad de formas, tamaños y colores: las hay diminutas, como las de las orquídeas, el sietecueros y el tabaco, y bastante grandes, como las del coco, el aguacate, el mango o la tagua.

 

Dispersión de las semillas

Para garantizar que las semillas germinen, cada planta se ha ingeniado la forma para que éstas sean transportadas a otros sitios, lejos de la sombra de la planta madre, a un lugar donde encuentren luz y espacio para crecer y desarrollarse. Esto se llama la dispersión de las semillas.

Semillas como las del diente de león, muchas hierbas y pastos, las orquídeas, las bromelias, la tambora, el algodón, el balso y el gualanday, son livianas y tienen formas especiales que les permiten volar y ser llevadas lejos por el viento. Algunos árboles gigantes, como las ceibas, abarcos, guayacanes, guacamayos, barcinos, caunces, azucenos, encenillos y quinas, entre otros, también tienen semillas aladas o voladoras que viajan por el aire a grandes distancias. Hay algunas que caen en lugares propicios para germinar, otras, en cambio, aterrizan en lugares áridos, pedregosos o demasiado húmedos y nunca logran convertirse en nuevas plantas.

Muchas aves se alimentan de guayabas, moras, fresas, uvitas de monte y de los frutos de muchas plantas nativas y al comerlos, se tragan también las semillas; de esta forma son transportadas muchas semillas en el buche de las aves; luego el pájaro vuela a otro lugar; al digerir estos frutos, las semillas salen en el estiércol y, de esta forma, son dispersadas a otros sitios.

Igual sucede con ciertos frutos de palmas, higuerones, pinos colombianos, aguacates, mamoncillos, guamo, y muchos árboles nativos que consumen algunos mamíferos como las ardillas, los perros de monte, monos, guaguas y erizos, entre otros. Los murciélagos son excelentes dispersores de las semillas del carate, de los chagualos y de los higuerones, entre otras.

Otra forma ingeniosa de dispersión es la de producir semillas que tengan chuzos o pelos para adherirse al cuerpo de los animales o a la ropa de las personas. Así se dispersan el cadillo, el amor seco, la miosotis, entre otras, logrando que sus semillas viajen hasta caer en otros lugares.

Frutos, como los del tronador, el chingalé o el drago, explotan lanzando las semillas, a varios metros de distancia de la planta madre. Algunas semillas como las del mangle, el coco y muchas otras, caen al agua, flotan y son arrastradas por las corrientes de quebradas y ríos hasta llegar al mar que las arroja a las playas.

Cuando se tala o tumba un bosque y la tierra queda al descubierto, el rastrojo es el primero en aparecer, para cubrir de nuevo todo el terreno. Las semillas de las nuevas plantas van apareciendo sobre la tierra en un orden especial y la dispersión de éstas cumple un papel importantísimo en la regeneración del bosque. El viento trae primero hasta el terreno las semillas aladas o livianas de árboles y plantas, como los helechos, los dragos, las chilcas y el salvión, entre otras, que son las primeras en germinar allí. Cuando estas plantas tienen cierta altura, las aves se posan en las ramas y dejan caer sobre la tierra su estiércol, en el que abundan las semillas de guayabos, cafetos de monte, moras silvestres, etc. Cuando estos árboles empiezan a producir flores y frutos, los murciélagos y otros mamíferos, como las ardillas, los perros de monte y las guaguas, vienen en busca de estos frutos trayendo también en el estiércol semillas de otros árboles. Este proceso se conoce como sucesión natural del bosque.

 

 

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