Compartir es una de las estrategias más inteligentes que han desarrollado ciertas especies animales para sobrevivir sin destruirse las unas a las otras.
Es común que dos individuos de la misma especie compartan, cooperen y se beneficien mutuamente, pero en la naturaleza también se dan vínculos estrechos entre animales muy diferentes, como el perro y el hombre, que se relacionan desde hace miles de años.
Probablemente, todo empezó cuando los lobos rondaban los alrededores de los campamentos humanos en busca de sobras de comida. Con el tiempo, los humanos se dieron cuenta de que podían obtener su ayuda para cazar, y ellos, a cambio, recibían alimento. Esta relación se transformó, y hoy los perros son capaces de detectar enfermedades, buscar heridos en catástrofes, descubrir sustancias peligrosas o guiar a los ciegos, y se han convertido en nuestros mejores amigos.
Pero así como entre el perro y el hombre hay un fuerte lazo, en la naturaleza existen muchas otras especies que se asocian para beneficiarse. Es el caso del pez payaso y la anémona, un ¬ 61 ¬ invertebrado marino, familiar de las aguamalas. El pez está expuesto a muchos depredadores, pero puede refugiarse entre los tentáculos venenosos de la anémona, que son peligrosos para la mayoría de sus enemigos. Por su parte, la anémona se beneficia de tener al pez payaso como aliado porque le atrae presas.
Otro ejemplo es el de la rémora y el tiburón. La rémora es un pez pequeño que suele adherirse al cuerpo de algún pez de mayor tamaño en busca de protección. Aunque son capaces de cazar por sí mismas y son buenas nadadoras prefieren adherirse a los cuerpos de especies como los tiburones, a los que, a cambio de esa protección, les limpian los restos de comida, los parásitos y las bacterias de la piel.
Ya sabes que hay relaciones entre distintas especies, y seguramente estarás pensando en ese perro o gato que te brinda compañía y afecto, en ese amigo que siempre te acompaña. Estas relaciones son la prueba del ingenio y la sabiduría de la naturaleza, que nos demuestra que las diferencias no son obstáculos, sino que, al contrario, pueden ser muy provechosas. Comprender la importancia de estas relaciones nos hace más humanos, pues los animales con su ejemplo nos enseñan que la estrecha relación entre todos los seres vivos es la que permite que la vida continúe.
Hace unos 20.000 años, los perros se acercaron al hombre atraídos por los restos de comida que éste dejaba. Por su parte, los humanos descubrieron que aliarse con ellos era una ventaja porque eran útiles asistentes durante las cacerías y porque advertían con sus ladridos sobre la presencia de enemigos. Así empezó una dependencia mutua entre las dos especies y, sin darnos cuenta, la más larga amistad entre el hombre y otro animal.
El perezoso es un animal lento e indefenso que habita en las copas de los árboles. Tiene una dieta pobre en nutrientes que complementa con unas algas que crecen en su pelo y que además les ayudan a camuflarse ante los depredadores. Sobre el pelo del perezoso también viven unas polillas que abonan las algas con sus excrementos. El perezoso baja una vez a la semana al suelo para defecar, lo que beneficia a las polillas, porque ellas solo ponen sus huevos en el excremento del perezoso. De esta manera, perezoso, polillas y algas obtienen un beneficio.
El pájaro indicador sabe dónde están los panales de abejas, pero no tiene fuerzas para romperlos y alcanzar la miel. Entonces llama la atención del tejón y lo guía hasta el panal para que lo rompa con sus garras. El pájaro indicador espera pacientemente para comer la miel que deja su compañero el tejón. En muchas partes de África los humanos que buscan miel silvestre también son guiados hasta las colmenas por los pájaros indicadores.