Que tanto con un fósforo como con un insecto podemos observar una membrana en el agua, producida por la tensión superficial, una barrera que no se deja atravesar.
El agua se comporta como si tuviera una membrana tensa, que permite a algunos objetos sostenerse en la superficie y no hundirse. Es el caso de una aguja, o de un fósforo. Para verlo, hay que introducirlos delicadamente en el agua. Llena un vaso con agua y ensaya poniendo un fósforo: primero verticalmente, verás que se hunde. Y luego en posición horizontal: verás que, si lo haces de manera suave, permanece en la superficie.
Algunos insectos como el Zapatero prodigioso, reparten el peso entre sus seis patas y aprovechan la tensión superficial del agua para caminar sobre ella. Esto sólo es posible en aguas quietas, no en flujos como los de ríos o quebradas. Como si se tratara de una pista para patinar, no es raro ver insectos deslizándose en la superficie de estanques o lagunas como si se tratara de una pista de patinaje.
Cuando tiramos una piedra a un lago y recorre un largo trecho dando saltos como en el juego que algunos llaman “el sapito”. Cuando una gota de agua en el borde de un techo no se descuelga, como si tuviera un forro o una membrana sosteniendo el líquido.
Hay un lagarto, llamado popularmente Lagarto de Jesús, que reparte su peso y se desplaza hábilmente por la superficie del agua, mostrando que existe en ella una membrana, una tensión superficial que le impide hundirse