La naturaleza en Colombia es abundante, variada y generosa.
Es un privilegio vivir en un territorio como el nuestro, que tiene animales grandes y diminutos, paisajes sorprendentes y diversos, frutas de todos los tamaños y colores, y plantas, que, si se saben utilizar, pueden servir para crear un gran botiquín medicinal.
Concientes de esta riqueza, han surgido, en el eje cafetero, en el desierto, en los grandes ríos y a orillas del mar, entusiastas del turismo que, sin dañar la naturaleza, guían a los visitantes por los lugares que siempre han transitado y que mejor conocen.
Han surgido también estudiosos de las plantas, que convierten la variedad de especies, en cremas, aromáticas, jugos, polvos, aceites y cápsulas para sanar.
También hay quienes aprovechan todo lo que genera su granja y lo transforman y reutilizan para hacer nuevos productos: desde mermeladas, bocadillos y dulces con las frutas, hasta bolsos, tanques y casas con residuos plásticos.
Es gracias al asombro, al ingenio, que ellos pueden hacer del árbol, balsa; de la tierra, abono; de la leche, queso; de las palabras, historias, y de su voz, canción.
Saber aprovechar es, en últimas, tomar conciencia de la riqueza que hay alrededor.