¿Cómo vencer la fuerza de atracción que ejerce la Tierra? ¿Cómo garantizar el regreso de los tripulantes? ¿Resistirá el cuerpo humano? ¿Traerán misteriosas enfermedades? Estas preguntas atemorizaban a los científicos cuando al hombre le dio por vencer la fuerza de la gravedad y salir a explorar el espacio.
Estudiosos de muchos países y de distintas profesiones se dieron a la tarea de colocar una nave en órbita. La idea era llevarla a tal distancia, que flotara libre de la atracción de nuestro planeta.
En octubre 4 de 1957, un cohete ruso logró llevar hasta una órbita segura una esfera de 58 centímetros y 85 kilos de peso. Dio vueltas a la Tierra y se desintegró al estrellarse contra la atmósfera. Doce años después, el 20 de julio de 1969, la nave Apolo 11 llegó a la Luna con tres astronautas a bordo, luego de un viaje de tres días. Neil Armstrong, un norteamericano grandulón, transmitió desde la superficie lunar un mensaje que pasó a la historia: “Este es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad”.
Las exploraciones continuaron con naves no tripuladas. Desde Venus, Marte, Júpiter, Saturno, las sondas espaciales, que son máquinas inteligentes, no han parado de enviar fotografías, mediciones de gases, temperaturas, composición de la superficie.
Transbordadores espaciales, naves tripuladas que pueden aterrizar después de revolotear por el espacio, realizan múltiples misiones. Han puesto en órbita satélites de comunicación, de observación del clima. Han llevado al espacio poderosos telescopios que logran imágenes del universo imposibles de obtener desde la Tierra.
En medio del espacio, flotando, colgada de la nada, los astronautas están ensamblando una “ciudad laboratorio”. Se llama la Estación Espacial Internacional. Ya hay dos módulos y un laboratorio. Allí podrán estar siete o más astronautas. Con el liderazgo de los Estados Unidos y la colaboración de Rusia, la Agencia Espacial Europea, Japón y Australia, se desarrolla este ambicioso proyecto científico. Para su construcción total se necesitan 40 viajes de un trasbordador, “el camión espacial”. La estación servirá de apoyo para la edificación de la futura base lunar. De ella partirán expediciones a Marte, el “Planeta Rojo”. Será un recorrido de 160 millones de kilómetros que tomará más de tres años. Los robots ya han estudiado la superficie, atmósfera y clima de Marte. Buscan agua y microorganismos.