Los correos humanos fueron la primera forma de enviar mensajes verbales, escritos y paquetes a grandes distancias. Nuestros indígenas lo usaron. Los correos chibchas llamados tiuquines eran los hombres más fuertes y atléticos de la comunidad.
Los Incas tenían un sistema de caminos de más de 30.500 kilómetros por los que andaban los chasquis, mensajeros de a pie encargados de llevar las noticias de un lado a otro del inmenso imperio. Los relevos se hacían cada dos kilómetros y medio. Así, un mensaje podía viajar 240 kilómetros en un día.
Para mantener la comunicación con sus colonias en América, la Corona española tenía 12 pequeños navíos llamados “avisos”. Fue el primer correo marítimo con horario establecido en el mundo. En cada puerto, las cartas seguían su camino con las “carreras de correo”, que a pie, mula y canoa llevaban la correspondencia al interior del territorio.
La Nueva Granada solo tuvo este servicio desde 1750. Existió un correo que unía a Santa Fe de Bogotá, su capital, con la provincia de Antioquia. Se demoraba 15 días. Pasaban por Honda, San Bernardo, Remedios, San Martín de Cancán, Yolombó y Medellín antes de llegar a Santa Fe de Antioquia. Para conectar las ricas zonas mineras de la provincia con Cartagena y el mundo, se ideó después un correo: Santa Fe de Antioquia– Zaragoza–Mompox. Con este puerto sobre el río Magdalena, Antioquia tuvo mucho que ver hace muchos años.
Antes de que existieran los correos organizados, quienes hacían esta tarea eran viajeros ocasionales, trajineros, arrieros o comerciantes, o “un propio”, como llamaban a los particulares que iban y venían con las alforjas llenas de sobres y paquetes.