En el pueblo indígena de los wiwas, que hoy habita la Sierra Nevada de Santa Marta, se cuenta que antes de amanecer, antes de que se creara el mundo como hoy lo vemos, todo era agua. Nosotros éramos burbujas de agua. Cuando estaba aún oscuro se originó el pensamiento. Hubo una gran pelea entre los padres ancestrales, que discutían si era bueno que amaneciera o no. Pero antes del amanecer, los combates eran de pensamiento. Cuando al fin decidieron que amaneciera, el pensamiento wiwa caminó en la madrugada hasta un lugar llamado Nebake. En él, los padres Sealukukui y Serankua crearon lo femenino y lo masculino, y convirtieron a los wiwa en gente. Echaron un pensamiento a una olla de barro, la calentaron hasta que este se cuajara y, cuando amaneció, ya era humano.