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Crecer con Secretos para contar

Crecer con Secretos para contar

Cuando Carolina Tabares tenía 15 años era bibliotecaria y promotora de lectura de Titiribí, el lugar en el que nació. Siempre la emocionaron los libros y los lugares a los que podía llegar a través de ellos, aunque en ese momento no se imaginaba que literalmente terminaría recorriendo todo Antioquia llevando libros hasta los rincones más apartados de su geografía.

En ese entonces, la Fundación Secretos para contar iniciaba el sueño de recorrer todo Antioquia llevando lectura a las familias rurales, y Titiribí fue elegido para hacer un pilotaje de la primera colección de libros. Allí Carolina conoció por primera vez el universo mágico de Secretos para contar.

“Conocí Secretos para contar cuando tenía 15 años. Vivía en la vereda Los Micos, de Titiribí. En la primera colección hicimos parte del pilotaje para entregarla a través de Tierra Nueva. Ese día conocí a Tita Maya y a otras personas que aún son parte de la Fundación”, comenta Carolina.  

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Después de esto, Carolina fue contactada para ser personal de apoyo en la entrega de las colecciones y empezó a recorrer las veredas de su municipio cada dos años, acompañando al equipo de la Fundación en las entregas hasta la cuarta colección. Además, empezó a utilizar los libros de Secretos para contar en sus actividades de promoción de lectura con las comunidades rurales, pues este era el único material que las familias tenían en sus casas.

“Yo era una niña que recibía los libros, acompañaba a los promotores, los veía y me gustaba cómo leían; por eso intentaba tomar todas esas formas que ellos utilizaban para replicarlas en mi trabajo como bibliotecaria y promotora de lectura en las comunidades rurales de Titiribí”, explica.

Después de la cuarta colección, Carolina se dedicó a su carrera universitaria, pero siempre con la ilusión de algún día tocar las puertas de Secretos para contar y ser parte de ese equipo de trabajo que tanto admiraba: “Cuando supe que estaban entregando la quinta colección de libros, los contacté y les conté que estaba terminando la carrera, pero me dijeron que ellos no aceptaban practicantes en ese momento”.

Su mayor motivación para ser parte de Secretos para contar era poder estar con las comunidades. Carolina soñaba con poder vivir y contar todas esas historias que escuchaba de los promotores de Secretos y, sobre todo, acompañar a las familias a abrir los libros y descubrir un mundo mágico en ellos.

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Cuando terminó sus prácticas profesionales en la Universidad de Antioquia y se graduó como profesional en psicología, nuevamente intentó tocar las puertas de la Fundación: “Cuando termino la carrera lo primero que hago es decirles que ya me gradué y que quiero hacer parte de la Fundación; sin embargo, me dicen que no hay vacantes en ese momento, entonces dejé mi hoja de vida”.

Hasta que un día, sin esperarlo, Carolina recibió una llamada de la Fundación Secretos para contar para ofrecerle hacer parte de un proceso de selección, y así, hace ocho años inició su historia como promotora de lectura por todo el territorio antioqueño.

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Son muchas las experiencias que ha recogido a lo largo de estos ocho años. De su primer viaje, por ejemplo, recuerda que fue un trayecto de 6 horas aproximadamente a Aquitania, un corregimiento del municipio de San Francisco del que nunca había escuchado. “Me dijeron que iba a estar una semana allí y al principio me dio algo de nervios, porque me dijeron que allá no había hotel, que debía llevar hamaca y que dormiríamos en la escuela. Íbamos a hacer entregas en las veredas de ese corregimiento y estas eran bastante alejadas”, comenta.

Recuerda también su primer viaje a Vigía del Fuerte. Fue la primera vez que se subió a un avión y se encontró con la majestuosidad del río Atrato. Para Carolina fue impactante encontrarse con algunas comunidades donde los maestros sólo salen de la vereda unas 2 o 3 veces al año, por los costos que esto representa.

Y así, son muchas las historias que ha recogido durante ocho años visitando las comunidades rurales de Antioquia. Historias impactantes y esperanzadoras, situaciones difíciles y que generan impotencia. A pesar de esto, siempre son lugares asombrosos, mágicos y que nunca hubiera conocido si no fuera por Secretos para contar.

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Carolina ha encontrado en la Fundación una escuela permanente, un lugar para crecer y aprender de forma constante. Para ella, viajar a llevarle lectura a las familias del campo es una forma de poder reivindicarse y de encontrarse, muchas veces, con esa niña de 15 años que recibió hace un tiempo los libros de Secretos para contar en la vereda Los Micos, de Titiribí.

“Secretos ha dejado en mí la promesa de poder volver a mi territorio constantemente. Es poder volver a entregarles a mis veredas y a mi municipio todo eso que nació allá, el amor por las comunidades rurales, el apoyo que en algún momento yo recibí. Es volver a sembrar la esperanza de que en el campo podemos también ser felices y volver a valorar esas cosas que se nos vuelven paisaje” afirma.

Carolina inició apoyando las labores de entrega en su municipio, luego fue tallerista y actualmente se desempeña como coordinadora del equipo de Promoción de lectura de la Fundación. Su corazón siempre fue Secretero y su perseverancia la ha llevado a lograr todo eso que algún día soñó.

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