Todos esos materiales deben volver a la tierra convertidos en abono para que el ciclo se renueve. El suelo vivo se encarga de transformar la materia orgánica para que las raíces de las plantas puedan asimilarlas.
Es por eso que no se deben quemar los rastrojos cortados ni las socas de los cultivos o los residuos de cosechas pues se mata la vida del suelo. También las tierras aradas pierden vida cuando los rayos del sol queman los microorganismos. Como a nuestra piel, al suelo debemos mantenerlo protegido.
Cuando los residuos orgánicos caen a un suelo sin vegetación, su descomposición produce líquidos llamados lixiviados, que contaminan las aguas subterráneas y superficiales, creando riesgos para la salud de la gente y los animales.
Los residuos orgánicos de la finca pueden ser transformados por la lombriz de tierra porque cuando se alimenta de ellos los convierte en lombricompuesto, un abono de excelente calidad, muy rico en nutrientes para flores, hortalizas y frutales.
Las lombrices mismas son un gran alimento para gallinas, patos, peces y cerdos, o pueden iniciar nuevos lombricultivos. Las lombrices prefieren el estiércol de res y de caballo, pero se habitúan a consumir los demás residuos orgánicos de la finca. No es recomendable usar alimentos en estado de putrefacción pues matan las lombrices.