Para garantizar la supervivencia de cada especie en el planeta, los seres vivos han tenido que adaptarse al lugar o al medio donde viven, para conseguir alimento, desplazarse, protegerse, sobrevivir y reproducirse. Para ello, han desarrollado un gran número de adaptaciones: unas en la forma de su cuerpo; otras relacionadas con el funcionamiento del organismo y algunas en relación con el comportamiento.
Desarrollar espinas es una de las formas que algunas plantas han encontrado para protegerse; otras fabrican sustancias venenosas o sustancias con mal sabor; la dormidera, por ejemplo, cierra sus hojas al ser tocada, para evitar que se la coman. Los conejos, las ovejas, los osos y los lobos suelen tener pelaje abundante que los protege del frío; en cambio, los animales de zonas cálidas tienen pelaje corto y acumulan poca grasa.
Los órganos de cada especie animal se han adaptado, para garantizar mayor movilidad en el medio donde cada uno vive. La forma y las aletas de los peces constituyen una excelente adaptación, para poder nadar dentro del agua; las patas y músculos de los animales terrestres también se han adaptado a la necesidad de cada uno: las de los felinos, como gatos, tigres y el guepardo, que es el felino más veloz del mundo, les permiten correr a gran velocidad; pulgas y sapos adaptaron sus patas traseras para el salto; las manos y colas de algunos monos están diseñadas de tal forma, que les permiten agarrarse firmemente y saltar por los árboles, de rama en rama.
La lengua de las ranas, sapos y camaleones, es larga y pegajosa, la lanzan rápidamente y en ella queda pegado el insecto que se van a comer. El oso hormiguero, en cambio, después de escarbar un nido de hormigas, mete su lengua, también larga y pegajosa, para recoger la mayor cantidad posible de estos pequeños insectos que son su alimento. En los murciélagos es parecida a una toalla, con muchas vellosidades, así pueden empaparla del néctar de las flores.
En las diferentes especies de aves, el cuerpo, la forma, el tamaño de las alas, de las patas y del pico, están estrechamente relacionados con el lugar donde viven y el hábito alimenticio. Por ejemplo: las alas de la golondrina son largas y delgadas para volar a gran velocidad y capturar insectos en el aire. Las aves que se alimentan de granos, como los canarios y afrecheros, poseen patas cortas para caminar por el suelo en busca de semillas, y pico corto y robusto, para triturar el alimento. Las patas y picos de las garzas son largos y delgados, para caminar y pescar en ciénagas y humedales; las patas de patos y gansos cuentan con membranas entre los dedos, para remar. Las aves de rapiña, como las águilas y los halcones, tienen excelente visión para ver la presa a gran altura, picos curvos y garras fuertes y afiladas, para atrapar, matar y desgarrar la presa. El pájaro carpintero goza de un pico fuerte, para perforar la madera y buscar insectos y larvas. El garrapatero, los cucaracheros, el sirirí, poseen pico ancho, para capturar insectos, garrapatas y lombrices. El pico de las aves frugívoras (que consumen frutas), como el azulejo y las tángaras, es agudo, para perforar y comer su alimento preferido.
Imaginemos por un momento cómo es la vida en los desiertos; sin duda que es difícil, porque llueve poco y el agua es escasa. Los cactus, para poder vivir allí, fueron transformando sus tallos hasta hacerlos más gruesos y guardar en ellos agua suficiente para sobrevivir durante las épocas de mayor sequía. Los animales del desierto aprendieron a buscar estas plantas para quitarse la sed; entonces los cactus, muy lentamente, transformaron sus hojas en espinas, para protegerse y evitar ser comidas. A pesar del esfuerzo, hubo un pájaro que adaptó su tamaño y su pico de tal manera, que logró aprovechar los productos del cactus sin dañar su cuerpo con las espinas.
Los grandes bosques de musgos y helechos que existían hace millones de años se han transformado en selvas de árboles, arbustos y plantas pequeñas como orquídeas y anturios. Animales como los dinosaurios desaparecieron, pero dejaron a sus descendientes mejor adaptados.
Algunas especies, para sobrevivir, presentan adaptaciones de comportamiento. Muchos animales del desierto, por ejemplo, tienen hábitos nocturnos; durante el día, se entierran en la arena o se esconden y así evitan exponerse al calor intenso, para que su organismo no pierda demasiada agua.
Las especies migratorias son otro ejemplo de adaptación. Hay algunos animales que se desplazan temporalmente a otros sitios; en ocasiones, recorren distancias de miles de kilómetros y deben sortear numerosas dificultades durante el viaje. Así se comportan muchas aves, las ballenas jorobadas o yubartas, las tortugas marinas y algunas mariposas, peces, focas y murciélagos. Por ejemplo, algunas especies que viven en países donde hay estaciones, durante los meses de invierno, viajan al trópico en busca de sitios más cálidos, donde pueden encontrar abrigo y alimento; pasan allí unos meses y al llegar la primavera regresan a sus lugares de origen. Las tortugas marinas y algunos peces migran en busca del lugar donde nacieron, para poner sus huevos. En el África, durante la estación seca, las manadas de animales, como los ñúes, cebras y elefantes, recorren distancias de hasta 1.500 kilómetros o más, y se congregan en las charcas en busca de agua; luego, cuando llega la época de lluvias, se dispersan de nuevo.
Pero ¿cómo se orientan las especies migratorias para regresar al mismo lugar año tras año? Los científicos explican que cada especie se vale de sus sentidos, para encontrar su rumbo: algunas aves, al igual que los marineros, usan ‘mapas de las estrellas’ o los campos magnéticos de la tierra; las ballenas se ayudan con sus cantos y ecos; muchos peces se orientan por sustancias químicas disueltas en el agua. Los científicos dicen además, que las especies migratorias pueden utilizar señales geográficas, como montañas, valles y ríos, para conocer su posición. Sin embargo, hasta el momento, ninguna respuesta es totalmente satisfactoria.