Antes de que llegue el invierno, cuando el alimento es escaso, estas aves recogen unas frutas llamadas bellotas y las almacenan en agujeros que hacen en los árboles. Así, resultan construyendo auténticas despensas donde caben miles de semillas. Como las bellotas quedan a la vista, los carpinteros vigilan constantemente sus valiosas reservas de comida. También guardan insectos y otros frutos.
Para asegurar su alimentación durante el invierno, esta ardilla esconde cientos de avellanas, nueces, bellotas y almendras en diferentes lugares del bosque. Meses después, recuerda con precisión dónde guardó cada fruto. Si solo se orientara por su olfato, encontraría los frutos que otras ardillas han escondido, pero hace uso de su sorprendente capacidad de orientación para encontrar lo que ella misma guardó.