(España 1600-1681)
Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se alimentaba
de unas yerbas que cogía.
—¿Habrá otro —para sí decía—
más pobre y triste que yo?
Y, cuando el rostro volvió,
halló la respuesta viendo
que iba otro sabio cogiendo
las yerbas que él arrojó.