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Dicen que la Luna es gente

Dicen que la Luna es gente

Los indígenas arhuacos, en el Cesar, cuentan que en medio de la oscuridad, una hermosa arhuaca tuvo dos niños de cuerpo brillante. Ella, temerosa de que se los robaran, los escondió en una cueva. El fuerte resplandor se filtraba por las hendijas. Los arhuacos, curiosos, quisieron saber qué había adentro.

Con flautas, caracoles y tambores llegaron cerca de la cueva y tocaron una hermosa música. Yuí, el varón, salió para escuchar mejor. Al verlo, los indios trataron de cogerlo, pero Yuí voló y subió hasta el cielo en donde se convirtió en el Sol. Los que lo miraron quedaron convertidos en piedra. Pero la luminosidad en la cueva continuaba. Así que los arhuacos decidieron tocar una música aun más hermosa. Tima, la hermana de Yuí, también salió para escuchar mejor. Los indios, temerosos de que se les escapara, le arrojaron cenizas a los ojos para cegarla. Sin embargo, ella voló en la misma dirección de su hermano y se situó muy cerca de él. Como la cara le fue encenizada, no tiene el mismo resplandor de Yuí, pero en las noches vigila los prados, convertida en la Luna.

Ilustración: María Luisa Isaza

 

 

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