El hombre, a través del tiempo, ha encontrado la forma de construir su vivienda, adaptándose al clima y al medio que lo rodea. La casa, como forma de vida, se ha desarrollado de diferentes maneras en las diversas culturas alrededor del mundo.
En un paisaje cubierto de nieve y con un frío intenso vive el esquimal, su vida y su casa son tan especiales como su territorio. Allí todo es escaso, por esto el esquimal es recursivo y aprovecha lo que encuentra sin desperdiciar nada. Lo único que hay en abundancia son hielo y focas. El iglú, la vivienda del esquimal, se construye con troncos de hielo en forma esférica, con varias habitaciones redondas unidas por bajísimos corredores por los cuales los habitantes avanzan arrodillados. Tener aire caliente en los cuartos es la razón de los corredores tan bajos, pues controlar el frío es más importante que caminar en la casa.
El esquimal caza las focas y come su carne, usa la piel para zapatos, ropa, cobijas y para las divisiones interiores de la casa. Con las tripas hace lazos, con la grasa alumbra y cocina, con la fibra del estómago hace ventanas, con los huesos utensilios y con los desperdicios intestinales alimenta los perros, que son su medio de transporte.
El hielo y las focas son el mundo del esquimal. Adaptado al ambiente construye y disfruta el frío territorio donde la casa lo abriga para sobrevivir.
El mercado flotante de Tailandia es un lugar completamente metido en el agua y la vegetación. Allí la gente y la naturaleza viven en armonía pues la casa y el trabajo están conectados al agua y a las plantas.Las casas son todas distintas, pero hay unidad en su relación con la naturaleza. Tienen jardines colgados, materos con flores y tinajas de barro a la sombra. Las viviendas se levantan del piso con un alegre corredor sobre el agua para la vida familiar, y no falta en cada una un muelle.El mercado flotante es un sitio atrayente, que muestra cómo la casa se une al lugar para vivir disfrutando de la tranquilidad y de la magia del paisaje.
Hong Kong es un lugar muy apetecido para vivir por ser el centro del comercio de Asia. La ciudad cuenta con una bahía central totalmente construida con gigantescas torres de pequeñísimos apartamentos, tan juntos que parecen una colmena.La falta de espacio ha llevado a construir ciudades verticales de rascacielos de 70 y más pisos, con viviendas de sólo 25 metros cuadrados que no cuentan ni con un metro de tierra para árboles y jardines.
Estas torres tienen ascensores y escaleras eléctricas para transitar entre los pisos, donde también hay supermercados y preescolares. El ejercicio diario de quienes viven en las torres, es bajar y subir con el perro los 50 o más pisos del apartamento a la calle.
La escasez y el tamaño de las casas afecta a las familias, tanto que los hermanos hacen acuerdos y rifan quién tendrá hijo, quien será el único heredero de la familia.
Los rascacielos de Hong Kong impactan por su modernidad. Sin embargo, las altísimas torres de mini viviendas son casas difíciles para habitar.
Antes de la llegada de los españoles, los habitantes americanos vivían en redes sociales que se comunicaban por caminos con los centros de gobierno y culto donde vivían los jefes y sacerdotes. Las casas, llamadas Malocas, estaban ubicadas en el centro de parcelas cultivadas y albergaban varias familias. En la maloca se cocinaban y consumían los alimentos, había lugares para almacenar los productos de la caza y la siembra. En las noches las Malocas grandes se volvían lugares de encuentro para la comunidad y centros de enseñanza de tradiciones y nuevos conocimientos. Allí se contaban historias de la vida diaria y los mayores relataban sus mitos y leyendas. Ciudad Perdida es una de estas construcciones comunitarias de gran valor histórico. Se encuentra en medio de la selva, en la Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia. Las malocas están organizadas sobre terrazas en las laderas de la sierra, integrándose al difícil terreno. El poblado tiene caminos en piedra unidos por escaleras y un sistema de acueducto y alcantarillado.
Los indios Kogi que viven cerca de Ciudad Perdida construyen sus casas inspirados en las malocas. Por su actividad grupal, la maloca se conoce como el lugar de la palabra, y su forma redonda simboliza el universo en su totalidad.
La vivienda rural colombiana tiene todo lo que muestran las casas diferentes y mucho más: protege del clima, aunque no haga tanto frío como en el iglú ártico, también tiene espacios para dormir, sembrar y caminar sin los inconvenientes de las torres de Hong Kong. El paisaje, la vegetación y la geografía son tan hermosos como los de Tailandia y, a pesar de la distancia y la diferencia cultural, tienen en común el corredor con plantas, un espacio social y familiar por excelencia lleno de colorido.
Al igual que las malocas, la casa campesina hace parte de un entorno vivo. Rodeada de bosques, aguas, cultivos y animales, se conforma la parcela quien brinda a sus habitantes lo que necesitan para vivir. La casa colombiana es un nido para crear el calor del hogar.