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Escasez y abundancia

Escasez y abundancia

Nada en exceso.

Aristóteles

 

Pensar antes de actuar y prever las consecuencias de nuestras acciones nos ayuda a encontrar equilibrio en las decisiones que tomamos. Cada acción que realizamos, por pequeña que sea, trae consigo una reacción y una repercusión. Por eso, para construir una humanidad comprometida consigo misma y con la vida en el planeta es preciso que cada uno de nosotros asuma su parte.

Los seres humanos no siempre somos conscientes de las consecuencias de nuestras acciones, y de cómo estas nos afectan a nosotros mismos, a otros seres humanos, a otras especies, y en general, a toda la vida del planeta. Las acciones más insignificantes pueden tener graves consecuencias, por esto debemos estar alerta para prever qué puede suceder y de qué manera podemos contribuir positivamente.

En nuestra vida es muy importante buscar el equilibrio. A veces la ambición excesiva buscando la abundancia material puede llevarnos a vivir una vida superficial, del mismo modo en que las carencias pueden hacernos sentir desprovistos de lo necesario. Se trata de buscar la justa medida, ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre.

En la naturaleza, tanto el exceso como la escasez de una especie generan desequilibrios que no permiten que exista un balance natural. Cuando cuidamos la naturaleza y la diversidad de flora y fauna, y actuamos de manera responsable, realizamos acciones que ayudan a mantener el equilibrio de la vida en la Tierra, para que sea un lugar balanceado, donde no haya exceso ni carencia.

En Colombia existen varias especies en peligro de extinción, como la tortuga charapa, porque la hemos cazado para comer sus huevos y su carne; y la rana dorada del Chocó y la palma de cera, porque estamos acabando con los bosques donde habitan. A nuestro territorio, y debido a acciones de los hombres, también han llegado varias especies que están en expansión, como el pez león, nativo del océano índico, que ha invadido el Mar Caribe, o el caracol gigante africano, nativo de Kenia y Tanzania, que se ha dispersado por gran parte del territorio colombiano; y el ojo de poeta, una planta africana, rastrera y trepadora que amenaza con asfixiar muchos bosques nativos de nuestro país.

Es nuestro deber ser conscientes de nuestras acciones, porque toda acción genera una reacción y tiene consecuencias que no siempre podemos medir ni valorar. Por eso es importante pensar antes de actuar o tomar alguna decisión, y tener en cuenta que nuestra vida y la vida de otras especies, dependen de nuestras acciones.

 

 

La palma de cera se está extinguiendo

Esta palma fue declarada el árbol nacional de Colombia, y habita especialmente en la Cordillera Central, entre los 2.000 y 3.000 metros de altura. Es considerada la palma más alta del mundo y la que crece a una mayor altura sobre el nivel del mar.

Durante muchos años, sus hojas fueron utilizadas para hacer “ramos benditos” en Semana Santa, lo que afectó de manera drástica su población, hasta que este uso fue prohibido por poner en peligro la especie. También se tumbaban las palmas para extraer la cera para hacer velas y fósforos. Hoy en día, la ganadería extensiva, la tala de los bosques, y las enfermedades han disminuido aún más su población, y por eso es considerada una especie en peligro, que hay que proteger y cuidar.

El ojo de poeta está invadiendo

Esta planta rastrera, también llamada ojitos negros, Susana de los ojos negros y ojo de Venus, es nativa del África. Es tan invasiva que puede llegar a cubrir los árboles de gran parte de los bosques por donde se expande, y en consecuencia, reducir la cantidad de plantas, fauna y agua de muchos ecosistemas.

Debido a que la tierra en Colombia es rica en nutrientes y su clima es tropical, esta planta ha encontrado un terreno abonado para su propagación, y puede germinar, florecer y reproducirse todo el año. Cuando madura, el ojo de poeta alcanza más de ocho metros de altura y trepa sobre malezas, rastrojos, arbustos y árboles, y los asfixia con una tupida maraña de lianas muy difícil de desenredar y erradicar.

 

La tortuga charapa está en peligro de desaparecer

Esta hermosa tortuga gigante que habita en los ríos de las cuencas del Orinoco y del Amazonas, al suroriente de Colombia, es la tortuga de río más grande de América del Sur. La tortuga charapa ha sufrido una reducción en su población debido a la caza indiscriminada, al consumo excesivo de sus huevos, la tala de las áreas circundantes a los ríos y también a la construcción de embalses, que alteran el ciclo natural de anidación de las tortugas, que está perfectamente sincronizado con las dinámicas de los ríos.

Esta especie cumple un papel clave como dispersora de frutas y semillas, lo que es crucial para mantener la biodiversidad dentro de su hábitat.

El pez león es una especie invasora

En 1992 el huracán Andrew destruyó un acuario de la Florida, Estados Unidos, y lanzó al mar algunos ejemplares de pez león, originario del océano Índico. Desde entonces su número se multiplicó de una manera tan descontrolada, que ha logrado invadir gran parte del mar Caribe, incluyendo aguas colombianas.

Por su considerable apetito, este pez es una gran amenaza para los peces nativos, como el pargo y el mero, y para muchas especies de los arrecifes coralinos y ecosistemas marinos, que han visto disminuir sus poblaciones, afectando la pesca industrial y artesanal. Por sus púas venenosas, es una amenaza para la salud de los pescadores artesanales, los buzos, los turistas y todos los habitantes de las costas.

 

La rana dorada es una especie en peligro de extinción

La rana dorada de la costa pacífica colombiana mide unos dos centímetros y medio y es considerada no solo la rana, sino el vertebrado más venenoso del planeta. Los indígenas emberá de Colombia utilizan desde hace siglos su veneno para untar las puntas de sus flechas y poder cazar su alimento.

Esta rana vive en la selva tropical de la costa de los departamentos del Chocó, Cauca y Valle del Cauca. Se estima que debido a la creciente destrucción de la selva tropical, a la minería de oro y a la contaminación de las aguas, es una especie amenazada y corre grave peligro de extinción.

El caracol gigante africano es una plaga

Este caracol terrestre, nativo de África, ha encontrado en 26 departamentos y 112 municipios de Colombia un lugar ideal para alimentarse y multiplicarse de manera descontrolada.

Esta especie fue introducida en el país desde Brasil o Venezuela, en los primeros años del siglo XXI, por personas interesadas en comercializar una crema para la piel hecha con su baba, pero se convirtió en una plaga y ha causado daños en cultivos comerciales, huertas domésticas, jardines y selvas tropicales, desplazando a otras especies y destruyendo el equilibrio de numerosos ecosistemas. Aunque este caracol no es venenoso, su contacto pone en riesgo la salud humana, porque es portador de un parásito que causa dolores abdominales, meningitis, diarrea, fiebre y hasta la muerte.

 

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Ilustraciones: Carolina Bernal C.

 

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