Mi nombre es Tania Ivanovna, que quiere decir “Tania, hija de Iván”. Tengo diez años, y vivo en Moscú.
Mi papá trabaja en una fábrica y mi mamá hace matrioskas, unas muñecas de madera pintadas con trajes típicos rusos. Las matrioskas son famosas en todo el mundo porque tienen una característica muy singular: una muñeca contiene adentro otra muñeca, y esta contiene otra, y esta otra, y otra, y otra, y así sucesivamente hasta llegar a la última, una muñeca diminuta que ya no se puede abrir. ¡Una matrioska puede contener hasta 13 muñecas!
En Rusia nos gusta tomar y tomar sopas. La más popular es una sopa de color rojo llamada borsh, hecha con remolacha, papa y carne. Mi plato preferido son los pirogis, unos buñuelos que hace mi abuela, rellenos de puré de papa, zanahoria y repollo. También bebemos kwas, una bebida ácida hecha con pan fermentado, que es deliciosa y tiene propiedades medicinales. Cuando nos reunimos, tenemos la costumbre de darnos flores unos a otros, pero siempre en número impar para que nos traigan buena suerte.
Para protegernos del frío los rusos usamos unos gorros peludos llamados shapkas, que originalmente usaban los cosacos, un pueblo de jinetes y aventureros nómadas que vivía en las estepas o planicies del sur. En el invierno puede llegar a hacer tanto frío que la gente ahorra todo lo que obtiene, de la prima-vera hasta el otoño, para tener alimento en el invierno. ¡La temperatura puede bajar a 50 grados bajo cero en algunas regiones!
El perro siberiano fue domesticado por una comunidad del norte de Rusia. Por su figura parece un lobo, pero en realidad es un perro peludo, amigable, alegre y de ojos claros. En Siberia lo utilizan para tirar de los trineos en la nieve y para calentar a los niños en el invierno.
En el centro de Moscú, la capital del país, queda el Kremlin, que quiere decir sede de gobierno y fortaleza. Allí trabaja el presidente de la Federación de Rusia, y antiguamente fue la residencia de los zares. El Kremlin de Moscú limita con el río y tiene palacios, iglesias, campanarios, edificios, una escuela militar y catedrales de la Iglesia cristiana ortodoxa, con cúpulas de varios colores que parecen hechas por un pastelero feliz. Mi maestra dice que cada una de las construcciones del Kremlin de Moscú es como un capítulo en la historia del país. Al lado de esta fortaleza está la Plaza Roja. En Rusia el rojo siempre ha sido considerado el color de la felicidad.
Los zares —reyes rusos— vivieron entre lujos y palacios. Esta situación llegó a su fin con la Revolución Rusa, cuando los bolcheviques —comunistas— los derrocaron en 1917 y forma-ron un inmenso país en 1923, al que llamaron la Unión Soviética. Los rusos fueron gobernados durante casi 70 años bajo el modelo político llamado comunismo. Durante este tiempo, Rusia vivió aislada de aquellos países del mundo que tenían un modelo de gobierno diferente. Vivieron tan aislados de otros países que tuvieron que inventar y producir todos los artículos que necesitaban: ropa, máquinas, comida, juegos, y hasta inventaron sus propios cohetes para conquistar el espacio.
Una delicia culinaria de Rusia es el beef stroganoff, que consiste en una carne tierna de lomito partida en pequeños pedazos. Se prepara con cebollas, champiñones y crema de leche, y luego se sirve con puré de papa. Una leyenda cuenta que la inventó el cocinero del zar —rey para los rusos— después de que su amo perdiera los dientes en una cacería.
Uno de los primeros cohetes rusos fue bautizado con el nombre de Vostok —Boctok en ruso—, y fue utilizado para lanzar, por primera vez, a un hombre al espacio: Yuri Gagarin, el primer astronauta de la historia. Él fue el primer hombre en ver a la Tierra moverse en el espacio, como una gran esfera azul, mitad iluminada y mitad oscura, y como una más entre miles de millones de esferas que giran y giran en el Universo.
Al oriente del país, rodeado de montañas y de bosques, está el lago Baikal, el más profundo del mundo y con mayor cantidad de agua dulce del planeta. En él podría sumergirse un edificio de más de 500 pisos. El lago es tan cristalino que lo llaman el Ojo Azul de Siberia.
A los rusos les encanta bailar. Bailan en las fiestas, bailan para espantar el frío, bailan en las celebraciones y, en especial, les gusta bailar el kazachok, una danza típica en la que los hombres se ponen en cuclillas formando un círculo y dan pequeños saltos, manteniendo los brazos cruzados sobre el pecho. Rusia es un país de grandes bailarines, músicos y escritores. Los niños debemos empezar una disciplina artística desde que tenemos tres años. Yo, por ejemplo, sueño con llegar a ser bailarina de una gran compañía de ballet y recorrer el mundo, mientras mi hermano Alejandro sueña con ser un gran escritor.
El alfabeto cirílico tiene 33 letras y 10 vocales, y fue creado en el año 900 d.C., a partir del alfabeto griego. El emperador Constantino que gobernaba el imperio romano desde Constantinopla (hoy Estambul), le encargó al monje Cirilo crear un nuevo alfabeto para las lenguas eslavas para evangelizar a los países del norte de Europa. Cirilo creó un alfabeto pero solo se usó para fines religiosos. Más adelante, sus sucesores inventaron otro más sencillo que se utilizó para escribir asuntos de la vida cotidiana y lo bautizaron Cirílico para hacerle un homenaje a su antecesor. Hoy, el alfabeto cirílico es utilizado en los países que tienen lenguas eslavas como Rusia, Ucrania, Letonia, Lituania y Estonia, que son algunos de los países que pertenecieron a la antigua Unión Soviética.