Esperanza trabajaba como delineante de arquitectura. Cierta Navidad, su mamá le sugirió que hiciera unas casitas para el pesebre porque las que vendían en el mercado no le gustaban.
Esperanza comenzó a explorar el tema y cayó en cuenta de que el pesebre de la catedral tenía las casas típicas que había en Jerusalén. Consultó con el cura si era posible replicar estas casas en otros pesebres, y al obtener una respuesta afirmativa, se fue entusiasmada a diseñar y fabricar las primeras casas para el pesebre de su casa.
La idea creció, y con la ayuda de su hermana, hizo las primeras muestras para vender. El primer año, en 2004, vendió 500 casas. En 2005, con la ayuda de todos sus familiares, logró producir y vender 15.000. Ahora, seis años después, cada diciembre sorprende a sus clientes con nuevos diseños para sus pequeñas construcciones, como la casa de José, la torre Piccola, el castillo Lontano, la mezquita, el puente de la esperanza y muchos otros más que adornan miles y miles de pesebres.
¡Quién iba a pensar que como delineante de arquitectura un día iba a construir toda una ciudad!
Trabaja con su familia y distribuye sus pesebres en almacenes de cadena. La idea de hacer casitas típicas de Jerusalén surgió para ayudarle a su madre, a quien le encantaba hacer pesebres en Navidad.