Cada día de trabajo en la cocina deja muchos sobrantes crudos de origen animal y vegetal. Al hacer las arepas quedan cáscaras y tusas de mazorca; después de hacer el jugo quedan cáscaras de naranja, tomate de árbol, mandarina y piña; de las frutas resultan cáscaras de banano, granadilla, papaya, melón, pepas de mango. Del revuelto, cáscaras de plátano, papa, yuca y arracacha, hojas de la cebolla larga y pellejos de la cabezona y el ajo. Una ensalada verde deja hojas dañadas de la lechuga, el repollo y la col, cáscaras de pepino y tomate. Las sopas y guisos dejan vainas de fríjoles y alverjas y venas de habichuelas; y quedan muchos sobrantes más, incluyendo el bagazo del café después de preparar el tinto, las hojas de las aromáticas y las cáscaras de huevo.
De las comidas que consumimos casi siempre queda algo que va para la caneca. De los tamales y los envueltos sobran las hojas; del pollo, el pescado y la carne resultan vísceras, huesos, espinas, piel, escamas y plumas. Además suele sobrar comida cocinada.
Quienes viven en el campo saben que estos residuos bien utilizados son el complemento de la alimentación de las gallinas, los perros, los gatos y los cerdos; muchas cáscaras y semillas son apetecidas por la vaca, el burro y el caballo. Por lo tanto ésta se puede considerar una forma de reciclaje.
En la cocina se debe usar dos canecas para depositar los residuos orgánicos: una, en la que se ponen las cáscaras y demás residuos de origen vegetal crudo. Y otra, en la que se ponen sobrados de alimentos cocinados o de origen animal como huesos, escamas y plumas.
En primer lugar, separe los residuos que pueden servir de alimento a los animales domésticos. Luego, disponga los sobrantes de acuerdo a su finalidad:
Las canecas de la cocina deben ser desocupadas y lavadas al final de cada día, dándole a los contenidos de cada una el destino adecuado: los cocina- dos servirán de alimento a los animales domésticos, o enterrándolos en el hueco de basuras para evitar plagas, y los crudos van a la compostera para que las bacterias y lombrices de tierra los transformen en abono. (Ver páginas 140 y 141 de este libro).
Toda cocina debe tener una tabla y un cuchillo afilado para picar los sobrantes, pues es mucho más fácil manejar los residuos partidos en pequeñas porciones.