Don Jorge aprendió las primeras lecciones de peluquería y barbería con su papá, que era el peluquero de algunas veredas de Angostura. Siguiendo su ejemplo, estudió peluquería y montó su propio negocio en el pueblo. Al ver su buen trabajo, los administradores de una hidroeléctrica que se estaba construyendo en la zona lo contrataron como el barbero oficial de la empresa.
Una vez allí, pensó que podía aprovechar el tiempo libre que tenía para aprender un nuevo oficio y buscó a un compañero para que le enseñara todos los trucos que debía saber para ser un buen electricista. Luego se trasladó a Guatapé, alquiló un local y encima de la puerta puso un letrero que decía Peluquería Electrotodo, anunciando así los dos servicios que ofrecía: la peluquería y la electricidad.
Hoy, al entrar en su negocio, es posible encontrar, a un lado, la silla de barbería, las cuchillas y la piedra lumbre que aún conserva de su papá, y en el otro, todo su equipo de electricista.
No importa si se trata de un corte de pelo o de un corte de la luz, en ambos casos don Jorge le puede ayudar.