Maritza tenía un negocio de frutas en Villa de Leyva, pero su mamá sufrió un accidente y tuvo que abandonarlo para dedicarse a cuidarla y a ayudarle en su recuperación.
En una clínica de Bogotá aprendió a hacer masajes terapéuticos, y con este conocimiento pudo despertar de nuevo las piernas adormiladas de su mamá.
Con el tiempo, Maritza se dio cuenta de que tenía talento, le gustaba servir, aliviar y embellecer. Hizo varios cursos de belleza en el Sena y aprendió otros tipos de masajes, los secretos de algunas cremas, y supo que las frutas que antes vendía, y con las que siempre había estado familiarizada, se podían utilizar en función de la belleza.
Hoy hace masajes a domicilio en Villa de Leyva. Va de un hotel a otro con sus cremas y conocimientos. Lo que en un principio parecía un accidente lamentable, fue para ella la oportunidad de encontrar su verdadera vocación.
Una mente positiva y abierta tiene más posibilidades de lograr lo que se propone. El optimismo y los buenos pensamientos son una especie de palanca que ayuda a poner las circunstancias a favor.