Cada pueblo, en su proceso de adaptación al entorno, encuentra maneras singulares de alimentarse, construir vivienda, producir alimentos. Ese proceso esta acompañado de la palabra que nombra lo real y lo imaginado, de los sueños, de las formas de expresar los amores y los temores, de los utensilios y las formas de cubrir el cuerpo –bien sea con tejidos o pinturas– de las músicas que enseñó el viento, en fin de las mil maneras de cantar y contar el mundo.
La palabra cultura tiene su origen en la palabra del latin colere, que significa cultivar. El hombre empieza a diferenciarse de los primates cuando, a la caza y a la recolección, les incorpora la capacidad de extraer alimentos de manera racional.
La gran riqueza de la cultura reside en la diversidad. Este libro es un testimonio maravilloso de cómo el hombre, en su proceso de adaptación, encuentra múltiples maneras de expresar sus sentimientos. La llamada Cultura Universal, no consiste en la semejanza, sino por el contrario, en la variedad de expresiones con las cuales cada pueblo alimenta el acervo común de la humanidad.
Todo hombre hace parte de una cultura. Es uno de sus derechos fundamentales. La cultura es parte integral de su dignidad como ser humano. Para la antropología no existen cultos e incultos. No hay tampoco jerarquías en el ámbito de la cultura: todas están en el mismo plano de igualdad. Han existido y existirán pueblos con mayor riqueza material que otros; pero también sobreviven culturas paupérrimas materialmente pero con inmensa riqueza espiritual, poseedoras de un inmenso patrimonio inmaterial.
Las culturas se enriquecen en el permanente contacto con otras. A veces el origen de cierta manifestación se encuentra a enorme distancia en el tiempo y en el espacio. Por ejemplo la palabra cayuco, utilizada para nombrar una pequeña embarcación de madera que se usa en el mar Caribe se origina en el kayak de los esquimales.
El valor fundamental de toda cultura es su capacidad de creación, de innovar a cada momento, de enriquecer de generación en generación, el patrimonio común de la humanidad. La conjugación creo tiene un hermoso doble sentido: creer y crear. Y la palabra cultura lleva también implícita la belleza, la estética, la posibilidad permanente de complementar la obra del creador.
Juan Luis Mejía Arango
Noviembre de 2006