¿Cómo coordinar las tareas de caza, recolección y repartición de alimentos? ¿Cómo anunciar el acecho del enemigo? Para sobrevivir, el hombre primitivo tuvo que comunicarse de alguna manera.
Primero imitó sonidos: el de los truenos, los silbidos del viento, el canto y el gruñir de los animales. Con el paso de los siglos fue creando un sistema de sonidos cada vez más variado y claro.
El sonido es un fenómeno natural. Si se genera una vibración que agita el aire, comprimiéndolo y descomprimiéndolo, se crean ondas que llegan al oído humano.
En este movimiento ondulatorio hay transferencia de energía sin que exista transferencia de materia. El agua no viaja, sigue en su lugar. Pasa igual con las ondas sonoras. Si le pego a un tambor, el cuero hace un movimiento vibratorio y la caja lo amplifica. El golpe hace vibrar la membrana y ésta al aire que lo rodea. Crea una onda de sonido. Una canción es una fina y delicada mezcla de ondas sonoras.
Las ondas sonoras viajan, en promedio, mil kilómetros en una hora. Pero requieren un medio, como el aire, el agua o la tierra firme, que les sirva de camino. Si hago un ruido debajo del agua, las ondas sonoras se oyen muy lejos dentro del agua.
A la llegada de los españoles, los indígenas en las selvas colombianas utilizaban el maguaré para comunicarse a distancias de hasta 20 kilómetros. Eran dos troncos huecos y dos varas, forradas en caucho, para golpearlos. Un tronco producía sonidos agudos. El otro, graves. Un código especial les permitía convocar a las tribus vecinas a reuniones y los alertaba sobre posibles peligros.