Los océanos se llenaron de vida, allí vivían muchos organismos como corales, medusas, pepinos de mar, pulpos y varios tipos de peces, entre ellos tiburones y peces acorazados.
A veces el mar invadía la tierra y luego se retiraba dejando abandonadas a su suerte a muchas criaturas que no podían regresar al agua; entonces, algunos organismos empezaron a desarrollar nuevas estructuras para adaptarse a estas situaciones cambiantes y poder vivir en la tierra, fuera del agua.
Las plantas se parecían mucho a los musgos que conocemos hoy. Los musgos muertos se acumulaban formando una capa, mezcla de roca y material vegetal en descomposición, que le hemos dado el nombre de suelo. A medida que crecía la población vegetal, la calidad del suelo se hacía mejor. Con una capa rica en nutrientes era posible que plantas diferentes, de mayor tamaño, crecieran sobre la tierra; pero al ser más grandes, las plantas debían encontrar la forma de repartir los nutrientes; entonces se dio un gran paso en la evolución: los vegetales desarrollaron unos tubos o vasos conductores por donde circula la savia, y produjeron una sustancia llamada ‘lignina’ que forma los tallos y les da solidez; por esto, las plantas lograron levantarse del suelo y permanecer erguidas.
Aparecieron entonces, las primeras plantas leñosas sin semilla, de la familia del colchón de pobre; los antepasados de la cola de caballo y los primeros helechos arbóreos de la familia de los zarros, que cubrieron grandes áreas de la tierra, vistiéndola de verde con sus primeros bosques.
Como las plantas ya crecían en tierra, había oxígeno y alimento; entonces era el momento apropiado para que los animales también trataran de vivir fuera del agua. Muchas especies intentaron hacerlo, pero caminar o volar en la tierra con aletas de pez era muy difícil; para vivir en la tierra necesitarían patas o alas. Algunos animales que salieron del agua y vivieron en la tierra volvieron a ella, pues sus cuerpos aún no se adaptaban.
Es probable que durante los periodos de sequía, un grupo de peces primitivos con aletas lobuladas se arrastraron desde lagos que estaban casi secos, salieron a tierra y, con el tiempo, se volvieron menos dependientes del agua. Aquel primer grupo que logró vivir en la tierra, evolucionó, dando origen probablemente a los ancestros de los anfibios; de allí descienden las ranas y sapos de hoy.
Llamamos anfibios a los animales que pasan una parte de la vida en el agua y otra en la tierra.