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Tita Maya Agudelo

Tita Maya Agudelo

Una mujer de avanzada

(Medellín, Antioquia, 1956 – Medellín, 2020)

“Somos agua, somos aire, somos viento, somos mar, somos nubes, somos seres con la Tierra como hogar”.

Tita nació en Medellín un 16 de diciembre al amanecer, en el seno de una familia grande con una profunda vocación musical. Recibió el nombre de Luz Mercedes, un nombre hermoso y sugerente que evoca luminosidad, entrega y liberación; pero tal vez un nombre demasiado largo. Por eso, todo el mundo la conocía como Tita, abreviación sonora, sencilla, inolvidable, como ella.

Estudió música desde muy temprana edad en el conservatorio de la Universidad de Antioquia y desde los 13 años le ayudaba a su mamá dando clases en el Colegio de Música, lo cual la llevó a convertirse en maestra desde tan pequeña.

Tita siempre mostró un carácter decidido e inquieto. Pasó por varios colegios y luego, en la universidad, empezó a estudiar Economía, después Literatura, hasta que viajó a Europa a estudiar Pedagogía Musical y obtuvo el título de maestra, del que siempre se sintió orgullosa. Allí estuvo varios años antes de retornar a Medellín y dedicarse a enseñar música y dar rienda suelta a su vocación.

Tita siempre fue una líder excepcional, muy hábil para guiar con fortaleza y a la vez con cariño a quienes trabajaban con ella. Su autoridad provenía no solo de su capacidad para imaginar cómo lograr los objetivos, sino también de ganarse la confianza y el aprecio de sus colaboradores. Era capaz de mover montañas y de sacar adelante grandes y complejos proyectos, y lograr trabajos impecables, bonitos e inspiradores.

En 1984, creó la Corporación Cantoalegre y conformó un equipo maravilloso que desde entonces se ha dedicado a componer, adaptar y producir música para niños. Al inicio, las canciones las interpretaban los adultos, luego llegaron los niños a darles la magia y el sello que hoy sigue caracterizando a la corporación. La producción discográfica de Cantoalegre, al día de hoy, incluye más de 20 títulos y más de 200 canciones que inspiran a grandes y chicos de Medellín, Colombia y el mundo.

Pero la vida de Tita no solo estuvo marcada por la música, aunque esta haya sido el germen de su inspiración y le haya dado la clave de muchas de las cosas que hizo. Su mente era una fuente inagotable de ideas. Siempre estaba imaginando qué más se podía hacer y cómo hacerlo. Además, mostraba una sensibilidad muy especial hacia las otras personas y hacia el entorno que la rodeaba.

Cuando se presentaron grandes tragedias como la avalancha de Armero y el terremoto de Armenia, Tita estuvo presta para generar y apoyar proyectos de atención integral a las comunidades damnificadas y aportar, desde su saber, a la recuperación social y al registro de estas situaciones críticas. Durante un tiempo estuvo radicada en Armenia, creando escuelas musicales y coros en los albergues.

Tita fue una pionera de la conciencia ambiental en nuestro departamento, y esto quedó plasmado en uno de sus proyectos más conocidos: “La Tierra es la casa de todos”, que buscaba sensibilizar sobre la responsabilidad que tenemos los seres humanos de cuidar a la Naturaleza. Este sentido ecológico estuvo presente en todos los proyectos educativos que lideró y en su propia vida cotidiana: era consciente de la necesidad de consumir lo menos posible y de cuidar cada una de nuestras acciones, pues sabía que cada cosa que hacemos genera una repercusión que no solo nos afecta a nosotros, también a todos los seres con los que compartimos nuestra casa: el planeta Tierra. Amaba la Naturaleza y disfrutaba estar en el campo, en el mar, entre los árboles y el viento, escuchando el sonido de la quebrada, y se asombraba con la maravilla del canto de un pájaro, los colores del atardecer o las relaciones que existen entre los seres del planeta.

Tita siempre estaba dispuesta a aprender. Era curiosa por naturaleza y se la pasaba buscando respuestas. Estudió diferentes corrientes pedagógicas y filosóficas, adoptó prácticas de diversas partes del mundo y trabajó en el rescate de tradiciones culturales colombianas; viajó, conoció, con una sed sin límites. Gracias a esto siempre pudo tener algo nuevo qué decir, una luz para iluminar el camino de los otros.

Tita estuvo en el surgimiento y crecimiento de la Fundación Secretos para contar. Durante varios años creó métodos, imaginó y editó libros, formó a muchos talleristas, soñó con una educación integral para todos, se ilusionó pensando con las familias del campo, leyendo, aprendiendo, mejorando sus vidas, y aportó para que hoy en día Secretos para contar pueda estar presente en los hogares de toda la ruralidad de Antioquia y en muchos lugares de Colombia.

En el año 2020, Tita se fue a transitar los caminos de las estrellas tras sufrir una enfermedad que la diezmó físicamente, pero que no fue capaz de detener su espíritu creativo, y que hizo más patente su fortaleza y su integridad. Murió rodeada del cariño de los suyos y dejó un importante legado que hoy llevan muchas personas: todo el equipo de la Corporación Cantoalegre continúa con las producciones musicales, educativas, editoriales y audiovisuales; Secretos para contar lleva la bandera de su espíritu curioso, justo y apasionado, que buscaba siempre el bien para todos los seres de la Tierra; y tantas y tantas personas que se cruzaron con ella en el camino, que aprendieron de su ímpetu y su coherencia, llevan un pedacito de Tita en su corazón.

 

(Ilustración: Carolina Bernal C.)

 

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