Don Elías era jornalero y heredó de su papá una finca cafetera de cuatro hectáreas que hoy trabaja como caficultor. Con el tiempo, fue tomando conciencia de que el cultivo del café era toda una cultura que valía la pena dar a conocer, y convirtió su finca en un espacio turístico para mostrarles a los visitantes, colombianos y extranjeros, cómo funciona una finca cafetera.
Hoy en día, lleva a los turistas por toda su parcela y les enseña, a veces por señas y otras ayudado por traductores, cómo es una semilla de café, cómo se siembra, se pela, se lava, se seca, se tuesta, se muele, se prepara y se toma en un buen tinto. Ahora es famoso no solo en Salento, donde todo el mundo lo conoce como don Elías, sino en el mundo entero, a donde llega a través de las fotos que los turistas se llevan de recuerdo.
Don Elías descubrió que lo que tenía y lo que sabía le servía para crear algo nuevo que era de interés para los otros. Todos los que lo visitan salen contentos porque aprendieron cómo se cultiva el café que se toman todos los días.