El trauma de la columna pone en peligro la vida, pero también la capacidad de movernos y de sentir. Esto puede ocurrir porque la columna protege la médula espinal y de ella se originan los nervios encargados de estas funciones. Los síntomas más frecuentes son: hormigueo en las piernas y brazos, pérdida de la sensibilidad total en brazos y piernas e imposibilidad total o parcial para realizar movimientos de las extremidades.
· Caídas desde más de 1,5 metros de altura o desde escaleras, árboles o caballos. Consideremos que las personas mayores pueden tener lesiones graves, aunque la caída no se vea tan violenta.
· Caídas de espaldas (sobre las nalgas o los talones) o golpe violento en la espalda.
· Accidentes de tránsito en los cuales los ocupantes salen disparados del vehículo, bien sea a través del parabrisas o desde una motocicleta, bicicleta, etc.
· Accidentes de tránsito con golpes posteriores que produzcan latigazo (efecto en el cuello por movimiento brusco de aceleración y desaceleración). (Imagen 1)
· Víctima de un accidente que esté inconsciente o bajo los efectos del alcohol o drogas.
· Accidentes de tránsito en los que hubo volcamiento del vehículo, o peatón atropellado por motocicleta o carro.
En todos estos casos, sospechemos que hay lesiones graves, y, por lo tanto, debemos proteger al lesionado de la realización de movimientos del cuello y la espalda. Esto se conoce como inmovilización cervical y de columna.
Cuando hay sospecha de lesión grave de columna o cuello hay que tener mucho cuidado, pues una mala movilización puede empeorar la lesión y dejar a la persona inválida.
Si no hacemos una adecuada estabilización manual de la columna antes de intentar mover al paciente y trasladarlo al centro de salud, la posibilidad de producir o empeorar las lesiones existentes es muy alta (pueden llegar incluso a la parálisis).
¿Qué hacer?
Consideremos necesaria la inmovilización del cuello y columna cuando la víctima del accidente manifieste dolor localizado en el cuello, imposibilidad para mover o sentir las piernas o las manos, o en caso de otras lesiones como fracturas de las extremidades o cuando experimente hormigueo y calambres.
En estos casos, debemos inmovilizar la columna completamente. El lesionado debe ser transportado sobre una superficie rígida (como una puerta o una tabla ancha y larga para sus dimensiones), con la cabeza sujetada a esa superficie y asegurado con vendas o cuerdas para evitar que se mueva. (Imagen 2)
No debemos retirarle por ningún motivo el casco a la víctima accidentada, excepto si notamos que no puede respirar y está muriendo. Por el contrario, debemos llevarla al hospital con el casco puesto (Imagen 1), evitar que se le mueva en cualquier dirección y aplicar la técnica de inmovilización de columna.
El único motivo que justifica retirar el casco es:
Si la víctima hace ruidos fuertes con la respiración o respira con dificultad, como si estuviera ahogándose o muriéndose, podemos retirar el casco con la técnica descrita en las imágenes para lograr una elevación sostenida del mentón, mientras otra persona sostiene la cabeza con las técnicas de restricción de la movilidad cervical.
La técnica de retiro del casco solo pueden hacerla dos personas experimentadas en la alineación correcta del cuello, ya que tiene muchos riesgos y complicaciones, pues el paciente puede sufrir lesiones permanentes en el cuello (quedar paralítico o cuadripléjico). (Imagen 2)