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Un pueblo, un producto

Un pueblo, un producto

 Un pueblo, un producto

Desde hace muchos años, en el municipio de Sandoná, Nariño, las mujeres intercalan las labores de la casa con la fabricación de sombreros de iraca. En las veredas, las vecinas se reúnen al ritmo de los recuerdos, las noticias y las recetas, y van tejiendo los sombreros.

En 1985, promovidas por asesores de Pasto, 56 tejedoras decidieron crear una cooperativa con la idea de unir esfuerzos y juntas vender directamente sus productos sin tener que recurrir a los intermediarios, que se quedaban con parte de sus ganancias. Así nació la Cooperativa de Mujeres Tejedoras de Sandoná.

Como plante, cada una puso mil pesos, y con los 56 mil que reunieron en total, alquilaron un pequeño local en el pueblo para vender los productos. Pronto este espacio resultó estrecho y se animaron a presentar un proyecto a un organismo internacional donde obtuvieron el apoyo para tener su propia sede. A los meses, las 56 mujeres ya habían adecuado una casa grande donde podían reunirse a trabajar y exhibir mejor sus productos. 

Pero en la casa hacían falta muebles y enseres, y para conseguirlos presentaron un nuevo proyecto que también resultó exitoso. Pronto contaron con sillas, escritorios y con un computador que desde entonces les ha permitido enviar su proyecto vía Internet a instituciones departamentales, nacionales e internacionales para establecer nuevos contactos.

Presentando proyectos y tocando puertas ha sido la forma como esta cooperativa ha financiado cursos para desarrollar nuevos diseños a partir de la iraca, y como ha podido llevar sus productos a varias ferias de Colombia, Costa Rica, Venezuela, Bolivia y Chile.

Ahora son 100 las asociadas, y tanto las mayores como las más jóvenes persiguen un mismo fin: poder llevar a muchos lugares los sombreros de iraca y unidas poder crecer.

 

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