Es la enfermedad infecciosa más frecuente. El resfriado común (gripa) es una infección viral de la nariz y la garganta o vías respiratorias superiores; por lo general, es inofensivo y se resuelve por sí solo gracias a las defensas del organismo.
Congestión nasal por secreción de mocos (con obstrucción que dificulta un poco respirar), estornudos, lagrimeo, dolor de garganta, dolor de cabeza, algunas veces fiebre leve y tos. El niño suele encontrarse intranquilo y molesto, especialmente si tiene fiebre.
En su mayoría, estas infecciones son causadas por virus y se curan con el tiempo o se resuelven solas. Es importante ofrecerle líquidos al niño para evitar la deshidratación y tratar la fiebre y el malestar general como explicamos en las páginas 58 y 59.
Es la inflamación de la laringe y la tráquea (laringotraqueítis), generalmente causada por un virus. Esta inflamación dificulta el paso de aire de la boca a los pulmones y causa una tos similar a la de los perros.
El niño que tiene CRUP suele irse a la cama con secreciones nasales y una tos leve con o sin fiebre. En la noche se despierta con una tos que llamamos tos perruna, debido a la inflamación de las cuerdas vocales. En casos más graves, en los que la inflamación es mayor, el niño puede tener una obstrucción del paso del aire, y le sentiremos, entonces, una respiración ruidosa y difícil durante la entrada del aire (inspiración) llamada estridor.
La mayoría de los casos de CRUP no requieren tratamiento: los podemos manejar en casa. Si tenemos agua caliente, podemos usar el vapor de la ducha con mucho cuidado. O llenamos una ponchera con agua caliente, acercamos al niño y le cubrimos la cabeza con una toalla para que reciba el vapor, teniendo cuidado de no quemarlo con el agua.
Cuando le notemos estridor o un ruido raro al respirar durante la entrada de aire (inspiración) estando en reposo.
Generalmente, al inicio de la bronquiolitis, el niño presenta síntomas de resfriado común, pero al cabo de uno o dos días empeora la tos y puede aparecer un ruido en la salida del aire de los pulmones que parece un silbido (sibilancias); incluso, el niño puede llegar a respirar más rápidamente.
Debemos consultar ante la presencia de silbido en el pecho, además de cualquier signo de infección respiratoria como secreciones nasales, tos de perro y fiebre.
El principal síntoma de la otitis es el dolor de oído, más los síntomas del resfriado común: pérdida de apetito, congestión nasal, malestar general con o sin fiebre. A veces, veremos que el oído del niño supura un líquido amarillento y blanco, quizá teñido de sangre.
El médico centra el tratamiento en el bienestar del niño, quien quizá sienta mucho dolor. Así que prescribirá antiinflamatorios y analgésicos. En algunos casos, sin embargo, el líquido puede permanecer más tiempo en el oído luego de que el dolor y los síntomas gripales mejoren; esto se conoce como otitis crónica con derrame.
La mayoría de los niños con neumonía presentan tos, fiebre, respiración rápida y malestar general. La respiración rápida es un signo muy confiable para diagnosticar neumonía y los padres y cuidadores debemos estar muy atentos a ella (Consulte las frecuencias normales de respiración en la página 67).
Cuando el niño tenga una frecuencia de respiración más rápida de lo normal o cualquier otro signo descrito en infecciones respiratorias (ver página 66).
Las amígdalas inflamadas se ven hinchadas y de color rojo, y pueden estar cubiertas por puntos o un revestimiento amarillo o blancuzco. Un niño con amigdalitis puede tener dolor de garganta, fiebre alta, mal aliento, ganglios del cuello inflamados o bultos dolorosos allí, dolor de estómago, de cabeza y malestar general.
Las amigdalitis virales, que son la mayoría, pueden ser tratadas en casa. Asegurémonos de que el niño beba mucho líquido y descanse lo suficiente. Si tragar le causa dolor, le servimos líquidos y alimentos blandos. Algunos niños prefieren bebidas calientes y otros, bebidas frías. Para el dolor de garganta podemos darle al niño infusión de jengibre, decocción de achiote con las semillas o un macerado de limón, cebolla y miel (ver libro Los secretos de las plantas, página 148). Otra opción natural es colocarle una bufanda de tela con rodajas de limón rodeando el cuello, y dejarla por veinte a treinta minutos sin que el limón toque la piel.
Siempre que tengamos sospecha de amigdalitis, debemos consultar al médico, especialmente si hay dolor e hinchazón a un solo lado o fiebre alta, porque puede estar aumentando la infección. Es muy importante que sea el médico quien defina si se trata de una amigdalitis bacteriana que requiere antibióticos.
La amigdalitis es contagiosa; por lo tanto, intentemos mantener a los niños alejados de una persona con amigdalitis o dolor de garganta, y asegurémonos de que todos los miembros de la familia se laven las manos con frecuencia y adecuadamente. Si alguien de la familia tiene amigdalitis, mantengamos separados los vasos y los utensilios que usa para comer, y lavémoslos con agua caliente y jabón.
Toser es un reflejo saludable e importante que ayuda a proteger las vías respiratorias.
La tos es uno de los síntomas más frecuentes de las enfermedades respiratorias de los niños. Aunque sea muy fuerte, no suele indicar una enfermedad grave.
Los medicamentos para la tos no son recomendables para niños menores de seis años. Aunque no sea necesario tratar la tos con medicamentos, sí podemos hacer mucho para que el niño se sienta mejor cuando tenga tos:
1. Miel. No podemos darles miel a los niños menores de un año: no es seguro.
2. Hidratación. El niño debe estar siempre hidratado. Cuando hay suficiente agua en el cuerpo, el moco se vuelve más delgado y esto facilita el acto de toser.
3. Frotaciones mentoladas para niños de dos años en adelante. Frotamos una capa gruesa de ungüento mentolado sobre la piel del pecho, en la parte delantera del cuello (área de la garganta) y en la parte alta de la espalda. Esto le dará una sensación de alivio al niño al respirar y aliviará la tos. Después de usar el ungüento, guardamos el recipiente bien cerrado fuera del alcance de los niños. No debemos aplicar el ungüento mentolado en la nariz ni en la boca.
4. En el caso de que el niño tenga tos de perro, debemos recurrir a tratamiento de CRUP.
5. Evitemos bebidas ácidas o cítricas, o bebidas con gas, que podrían lastimarle la garganta si ya la tiene irritada por la tos.
6. Si el niño tiene asma, necesitamos un plan de acción contra el asma desarrollado por el médico. Este plan debería ayudar a elegir los medicamentos adecuados.
7. Procuremos usar productos naturales, como infusión de sauco y brevo, preparado de limón y cebolla, o jarabe de totumo (mira las preparaciones en el libro Los secretos de las plantas, en las páginas 167, 168 y 169).