De los tres a los cuatro años el niño adquiere un buen dominio de su cuerpo, se desplaza con mucha agilidad y energía por todos los rincones de la casa, y si lo dejan solo es capaz de salir a explorar el vecindario y otros territorios por el solo afán de conocer. La curiosidad que ahora tiene es infinita y la ejerce todo el tiempo.
Ahora el niño quiere saberlo todo y pregunta constantemente: ¿Qué es eso? ¿Para qué? ¿Y por qué? Su mente está absorbiendo a grandes velocidades el mundo que lo rodea. Tiene gran percepción de las cosas, y en su imaginación crea y recrea todas sus impresiones y vuelve de nuevo a representarlas. Sus sentidos y su sensibilidad están a flor de piel, y es capaz de darse cuenta de asuntos y de cosas que los adultos pasan por alto. Su capacidad de imitar, que es una forma de aprender, es cada vez más alta y utiliza esta habilidad para entender el comportamiento de los demás.
Tienen especial interés en ver y comprender las diferencias que hay entre un niño y una niña.
Es una persona bastante emprendedora y con mucha iniciativa.
El lenguaje está muy centrado en él mismo, sin tener muy en cuenta la opinión de los demás, y con frecuencia habla solo, para sí mismo.
Es común que tenga un amigo imaginario, un amigo que sólo está en su mente y no en la realidad.
Su capacidad de recordar sigue desarrollándose. Ahora son capaces de recordar cosas abstractas, como los números.
Que le respondan con verdad y precisión las preguntas que hace.
Tiempo, espacio suficiente y compañía de otros niños para jugar.
Que le permitan jugar solo y tranquilo, sin que los adultos se entrometan en sus actividades. Necesita independencia y libertad.
Dormir una siesta a medio día para pasar la tarde más tranquilo y en actividad.
Una autoridad que lo respete y lo tenga en cuenta, y que al mismo tiempo establezca normas de comportamiento claras, consistentes y pertinentes.
Protección y seguridad para evitar accidentes como caídas, golpes, cortadas e intoxicaciones.