El crecimiento de un niño es un proceso que sucede en el interior de su organismo, y consiste en el aumento del número y tamaño de sus células. Este crecimiento puede ser medido por el peso, la longitud o talla de su cuerpo y por el tamaño del contorno de su cabeza. Una alimentación adecuada es fundamental durante toda la etapa del crecimiento.
El crecimiento general del organismo de un niño incluye el esqueleto, los músculos, el corazón, los pulmones, el hígado, el bazo y los demás órganos internos del cuerpo, y se mide por el peso y la longitud de su cuerpo, básicamente.
El crecimiento neurológico tiene relación con el aumento de tamaño del cerebro y otros órganos del sistema nervioso; y se mide por el tamaño del contorno o circunferencia de la cabeza.
También el crecimiento se hace evidente con la salida de los dientes, la frecuencia del pulso y de la respiración, entre otros aspectos.
Desarrollarse es adquirir nuevas habilidades y aprender, mediante la experiencia, nuevos comportamientos y funciones. Si la alimentación es esencial para el crecimiento de los tejidos, de los huesos y del cuerpo en general, el afecto es esencial para el desarrollo emocional del niño, y el juego es definitivo para estimular su inteligencia y sus sentidos.
Aunque el desarrollo del niño está íntimamente integrado, podemos separarlo en diferentes áreas o dimensiones:
Corporal. Se refiere al desarrollo del cuerpo humano, en especial al de los órganos de los sentidos y del movimiento, como aprender a caminar o a pintar.
Afectiva. Se refiere a las emociones y sentimientos hacia sí mismo y hacia las demás personas; como el vínculo afectivo con la mamá o el miedo a que una persona nos haga sufrir.
Intelectual. Se refiere a la capacidad de reconocer, asociar y ordenar lo que se percibe para comprender las cosas que suceden y desarrollar el lenguaje.
Social. Se refiere a las relaciones con las demás personas, como jugar con los amigos o participar en una reunión comunitaria.