La medición de la hemoglobina en una muestra de sangre es el único método que nos indica con exactitud si un niño tiene anemia. El problema principal es que sus síntomas pueden ser difíciles de detectar, lo cual hace que el diagnóstico sea complejo.
Algunos síntomas detectables:
• Piel pálida, especialmente en el borde interno de los párpados, lengua y palma de la mano.
• Cansancio, debilidad e irritabilidad.
• Cuando la anemia es grave, el niño puede tener dificultad para respirar y evidente inactividad.
Debemos seguir las recomendaciones del doctor y de los equipos de salud, y darle al niño los suplementos y alimentación indicados.
Ante cualquiera de los síntomas que hemos mencionado, debemos ir al médico para que tome los respectivos exámenes y evalúe la condición y el tratamiento idóneo para el niño.
• Debemos evitar el uso de leche entera de vaca como principal fuente de alimentación para los menores de un año.
• Desde los seis meses de vida, en el control de crecimiento y desarrollo, todos los niños deben ser suplementados con hierro cada seis meses hasta los dos años para mejorar los depósitos y prevenir la anemia (conoce la ruta de promoción y mantenimiento de la salud).
• Los niños con peso menor que 2500 gramos deben recibir suplemento de hierro desde el primer mes de nacidos. Es muy importante que como cuidadores preguntemos por esto en el hospital.
• Alrededor del sexto mes de edad, debemos procurarles alimentos ricos en hierro, como carnes rojas, vísceras, granos (frijol, lenteja), vegetales (espinaca, brócoli y col) y cereales fortificados con hierro.
• En los controles de crecimiento y desarrollo, los niños reciben antiparasitarios cada cuatro a seis meses para controlar los parásitos intestinales que pueden ocasionar anemia por sangrado intestinal no aparente.
• Las medidas de higiene y manejo del agua son indispensables para prevenir estos parásitos intestinales.