Desde una sensación de gripa leve hasta una insuficiencia respiratoria que lleva a la muerte. Esto es lo grave: los síntomas son muy variables, lo cual hace muy difícil aislar a todas las personas infectadas para que no contagien a los demás. No hay lugares seguros y, por esto, tenemos la obligación de actuar siempre como si portáramos el virus, aunque sin caer en la paranoia.
Los síntomas más frecuentes son fiebre, dolor de cabeza, tos, dolor de garganta, diarrea, dificultad para respirar, malestar general y, en algunos casos, pérdida del olfato y del sabor.
Así que hasta que las autoridades de salud no indiquen lo contrario, debemos ponernos siempre que estemos en público (incluso dentro de nuestras casas en algunas circunstancias) un tapabocas para cubrirnos nariz y boca, lavarnos las manos muy frecuentemente con agua y jabón o, en su defecto, aplicarnos gel desinfectante, y, sobre todo, no acercarnos demasiado a los demás y evitar lugares cerrados y aglomerados. Cuando no haya más remedio que estar con más personas, nos corresponde dejar una buena distancia entre unos y otros y preferir sitios abiertos y ventilados.
Algunos médicos naturistas recomiendan un jarabe para ayudar a mejorar el sistema inmunológico. La receta es la siguiente:
▶ Receta de jarabe para subir las defensas
Ingredientes. El zumo de nueve limones, un rábano pequeño, una cabeza de ajo completa con todos los dientes, una cebolla roja mediana y diez cucharadas de miel de abejas.
Preparación. Licuamos los ingredientes sin agregar agua y guardamos en un frasco de vidrio en la nevera. Tomamos una cucharada sopera del jarabe antes de cada comida.
Debemos entrar en cuarentena y llamar a la EPS/EAPB (o a la línea nacional de salud) para recibir instrucciones acerca de la prueba. Es fundamental que prestemos especial atención a las medidas de autocuidado para no contagiar a otros habitantes de nuestra casa. Normalmente, el riesgo está superado después de los 14 días del contacto.
Cuando sintamos dificultad para respirar, dolor o presión persistente en el pecho, confusión o coloración azulada en los labios o en el rostro.
Las vacunas preparan a nuestro cuerpo para defenderse si se encuentra con el virus del COVID-19. Por lo tanto, harán que esta enfermedad pase a ser una enfermedad conocida por nuestro organismo, como la varicela, el sarampión o la polio, males contra los cuales estamos todos vacunados y, por lo tanto, protegidos.
Después de vacunarnos, sin embargo, debemos mantener los cuidados, pues existe todavía posibilidad de contagio, aunque, en todo caso, los síntomas serán mucho más leves.