De los seis a los nueve meses el niño se vuelve especialmente amistoso, y expresa con mucha fuerza su afecto por las personas que más le gustan. Está muy apegado a la mamá y a otras personas que lo quieren y cuidan, y siente un poco de temor con las personas extrañas.
A esta edad empieza a arrastrarse y luego a gatear, lo que le da un gran dominio del espacio, le produce mucho placer y le hace sentir que tiene libertad, y puede ir a conocer lugares y objetos a su antojo. Esta libertad amplía el campo de acción de su mente y la capacidad de relacionar unos objetos con otros. Ahora es muy sensible a la compañía y a la soledad.
Al desplazarse por sus propios medios, arrastrándose y luego gateando, adquiere autonomía y siente mayor interés por el ambiente que lo rodea. También le da sentido de independencia el sentarse solo.
Maneja bien el dedo pulgar y el índice para coger objetos pequeños.
Sus actividades ya tienen propósitos más definidos, sabe lo que quiere.
La inseguridad que siente la calma con el apego a un objeto especial, como una cobijita, un muñeco, un peluche u otra cosa.
El juego le facilita el acercamiento a las personas y a las cosas.
Les fascina coger objetos, coger cosas con las manos y golpearlas contra el piso.
Su capacidad auditiva se desarrolla cada día. Ahora reconoce y presta atención a todo lo que suena a su alrededor.
Que le hablen cariñosamente, le expliquen con calma lo que esperan de él, y le tengan paciencia.
Que los padres o cuidadores le cuenten cuando vayan a salir y no se vayan a escondidas.
Jugar tiernamente con sus padres y otras personas cercanas, con entusiasmo y sin afanes.
Espacios físicos seguros que lo protejan de accidentes durante sus actividades de exploración.
Recipientes como cocas o baldes para meter y sacar objetos, arrastrarlos o llevárselos a la boca.
Clic aquí para ver juegos y juguetes apropiados para esta edad.