De los seis a los nueve meses el niño se vuelve especialmente amistoso, y expresa con mucha fuerza su afecto por las personas que más le gustan. Está muy apegado a la mamá y a otras personas que lo quieren y cuidan, y siente un poco de temor con las personas extrañas.
A esta edad empieza a arrastrarse y luego a gatear, lo que le da un gran dominio del espacio, le produce mucho placer y le hace sentir que tiene libertad, y puede ir a conocer lugares y objetos a su antojo. Esta libertad amplía el campo de acción de su mente y la capacidad de relacionar unos objetos con otros. Ahora es muy sensible a la compañía y a la soledad.
Al desplazarse por sus propios medios, arrastrándose y luego gateando, adquiere autonomía y siente mayor interés por el ambiente que lo rodea. También le da sentido de independencia el sentarse solo.
En esta etapa empiezan a aparecer los primeros dientes. Esto le ocasiona al niño molestias y rasquiña en sus encías. Un trozo grande de apio o zanahoria bien lavado puede hacer el papel de “rascaencías” y aliviar las molestias del bebé.
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