De los seis a los siete años el niño logra tener gran autonomía, se siente muy independiente y a la vez más consciente de los demás.
Le gusta la aventura y la exploración y muchas veces es indeciso, porque ya conoce cuáles son sus miedos y sus habilidades, sabe hasta dónde puede ir y hasta dónde se puede arriesgar, pues al mismo tiempo conoce los peligros que lo rodean.
Razona de una manera muy aguda e inteligente y, aunque sigue siendo muy crédulo e inocente, no se le pueden contar cuentos forzados o medias mentiras porque las descubre fácilmente.
Aprende de todo lo que lo estimula e interesa, sueña y fantasea despierto, y lo que se propone por voluntad propia trata de lograrlo. Es muy sensible a la compañía de otros, a los halagos pero también a las amenazas.
Busca respuestas racionales a todo lo que quiere aprender y entender, es ingenioso y creativo.
Le gusta mucho compartir experiencias y conversar con su grupo de amigos.
Es solidario con sus hermanos y amigos y le gusta ayudar en lo que le pidan.
Acepta más fácilmente los horarios y las responsabilidades.
Su cuerpo es muy ágil y le gustan los retos, los deportes y las exigencias de los juegos.
Poder estar solo.
Que le asignen y orienten claramente sus labores y lo asesoren en actividades nuevas.
Estímulo y acompañamiento en su proceso de ingreso a la escuela.
Que le fomenten el amor al estudio, el respeto por su maestro y las nuevas reglas de la escuela.
Atención y respeto por parte de sus compañeros y amigos.