El período que abarca entre los dos y los tres años es de grandes avances en el desarrollo del niño. Dejar los pañales es un paso importante para comenzar a ser más autónomos: “Yo solito”, comienza a ser su frase preferida a la hora de vestirse y de comer.
En esta etapa todas sus habilidades mentales están en el juego, su mente y su imaginación vuelan. Se puede afirmar que a esta edad vive en su imaginación, y fantasea continuamente con los objetos, con las personas y con las experiencias que tiene: para él todo es un juego.
Ahora es capaz de aprender y comprender fenómenos más complejos y ya puede hablar y comunicarse de manera precisa, pues dispone de un buen vocabulario que amplía todos los días. Puede llegar a inventar historias y a exagerar al contar lo que le ha sucedido.
Su personalidad y su carácter se manifiestan en todas sus acciones, y exige ser tenido en cuenta en cada una de las actividades de la casa: quiere participar en ellas, ser protagonista, conversar, opinar, meterse en todo. Es una edad llena de encanto, pues el niño expresa y pide afecto y se relaciona de manera muy activa con las personas que más quiere.
A partir de los dos años, el cuerpo y la mente del niño están preparados para iniciar el control de sus esfínteres: aprender a controlar sus intestinos y su vejiga. La enseñanza de este nuevo logro se debe hacer especialmente por imitación.
El niño necesita que le permitan comer por sus propios medios, y agarrar con la mano frutas como mango o banano, galletas, tostadas y otros alimentos seguros.
A los dos años el niño sostiene el vaso para tomar líquidos y, aunque riegue un poco, está en proceso de aprender a comer solo. Con el tiempo aprenderá a utilizar la cuchara y luego el tenedor.
Es importante que quien prepare los alimentos lave bien sus manos, los implementos de la cocina y los platos con agua hervida para proteger al niño de enfermedades intestinales.
Antes de darle los alimentos al niño lávele bien las manos.
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