Lo más frecuente es que la hipertensión no se haga sentir; por esto, todos los adultos sanos debemos acudir a un experto (enfermera, promotor de salud o doctor) para que nos tome la presión, por lo menos, una vez al año, y los hipertensos mucho más a menudo, para asegurarse de que están bajo control. Si no lo hacemos, puede que nos demos cuenta cuando ya sea demasiado tarde y haya daños irreversibles en nuestras arterias. Dos secuelas frecuentes y peligrosas son el derrame cerebral y los ataques al corazón o infartos. También problemas en los riñones y en los ojos.
Una buena recomendación es ingresar a un programa de hipertensión (ver la Ruta de promoción y mantenimiento de la salud en Colombia); en estos programas recibiremos un carné para seguimiento de la presión arterial y nos orientarán acerca del tratamiento.
• Cambios en el estilo de vida y, particularmente, en la dieta, como dejar de fumar, cuidar el sobrepeso, evitar el exceso de alcohol, hacer ejercicio y reducir el consumo de sal.
• Debemos comer más ajo crudo en ayunas con zumo de limón, pescado, frutas como banano, aguacate y naranja, vegetales, sobre todo los verdes, como la espinaca; para darle sabor a la comida podemos utilizar hierbas aromáticas, limón y ajo.
• Debemos comer menos grasas, evitar sobre todo fritos, chucherías, dulces y gaseosas.
• Y tomar la pastilla que nos mande el médico en los horarios y dosis correctas.
En el libro Del campo a la mesa (páginas 16, 17 y 18) encontraremos formas saludables de preparar los alimentos ideales para personas con la presión alta.
Si una persona hipertensa presenta mareos muy fuertes, visión borrosa, dolor en el pecho, parálisis o pérdida de sensibilidad, una jaqueca (dolor de cabeza) demasiado fuerte, sangrado por la nariz que no para o agrieras fortísimas, debe ir urgentemente al centro de salud, porque puede tener la presión muy alta y, en consecuencia, debe ser tratada lo antes posible.
El ajo libera una sustancia que relaja las arterias y baja la presión arterial.