· Si los síntomas empeoran luego de una semana con la infección.
· Cuando veamos signos de peligro: que el niño convulsiona, que no puede beber, que vomita todo lo que come, que está muy adormilado o inconsciente.
· Cuando percibamos dificultad para respirar: labios o dedos morados, respiraciones rápidas o un hueco en el pecho bajo las costillas (retracciones subcostales).
· Lavándoles las manos permanentemente.
· Separando a los niños de personas que sabemos padecen enfermedades respiratorias.
· Evitando fumar cerca de ellos y evitando que reciban el humo de los fogones de leña.
· Asegurando que el esquema de vacunación esté al día.