Un niño debe crecer siendo amado. Todo lo que hagamos para que su vida afectiva, su salud y felicidad sean posibles lo hará una persona más humana, más equilibrada y completa, y con mayores posibilidades de ser un adulto capaz de relacionarse y enfrentarse al mundo en que vivimos.
Los padres y adultos que rodean el niño deben orientar y fomentar en su educación metas y valores que lo lleven a ser una buena persona.
Es el amor que nos tenemos a nosotros mismos; la capacidad de saber quiénes somos y qué queremos; y la confianza que vamos desarrollando en nosotros cuando enfrentamos nuevos retos.
Para fomentarla:
Manifiéstele todos sus sentimientos de amor, de ternura, de cariño.
Goce con él cuando haga bien las cosas o adquiera una nueva habilidad, y ayúdelo y acompáñelo cuando no lo logra.
Enseñe al niño cuáles son sus responsabilidades y felicítelo cuando las cumpla.
Nunca lo compare con otros niños, hágalo con él mismo.
Es la independencia que logramos alcanzar, cuando aprendemos a controlarnos a nosotros mismos, y ya no dependemos de los demás. Una persona autónoma puede pensar y elegir por sí misma sin presiones.
Para fomentarla:
Deje que el niño piense y actué por cuenta propia, que exprese sus deseos, y que se comunique de manera abierta con los demás.
Observe cuáles son sus cualidades y talentos, y trate de crear ambientes que le ayuden a desarrollarlos.
Anime al niño a asumir retos según sus capacidades, y evite expresiones despectivas que lo desmotiven a afrontarlos.
Es la capacidad que tenemos de poner a funcionar nuestra imaginación para inventar, observar, producir ideas y encontrar nuevas formas de hacer las cosas. La creatividad y la imaginación son la vida activa de la mente de un niño.
Para fomentarla:
Permita que el niño sea curioso, que quiera saber de todo, estimule su afán de conocer, de hacer, de investigar. 21
Deje que el niño sea fantasioso, que le de rienda suelta a su imaginación y a su capacidad de soñar despierto.
Sorprenda al niño con nuevas ideas que lo pongan a pensar, y muéstrele otras formas de hacer y de ver las cosas.
Permita que el niño sienta que puede ser distinto a los demás, y fomente su manera particular de pensar e imaginar.
Es la capacidad que tenemos de sentir las necesidades de otro ser humano, y de ponernos en su situación para poder apoyarlo. La solidaridad nos impulsa a entender y ayudar a los otros.
Para fomentarla:
Sea solidario con el niño y con sus familiares y vecinos. El ejemplo que usted le dé es el mejor modelo que él puede imitar en el trato con los demás.
Fomente los juegos donde el niño participe con otras personas.
Fomente las amistades del niño, sus afectos y su capacidad de realizar actos solidarios.
Es el estado emocional que sentimos cuando estamos contentos y satisfechos con lo que somos, con lo que sentimos y con lo que hacemos.
Para fomentarla:
Deje que el niño sea un niño, déjelo jugar y ser él mismo. Cree a su alrededor un ambiente de alegría y de bienestar.
Permita que cada día sea una oportunidad para todos de estar contentos en casa, en un ambiente tranquilo y afectivo.
Motive al niño a que aprenda a disfrutar con las cosas simples.
Es el bienestar que sentimos en nuestra mente y en nuestro cuerpo, y la capacidad que tenemos de mantenernos sanos y de evitar la enfermedad.
Para fomentarla:
Alimente de manera saludable y nutritiva al niño.
Procure que en su casa circule el aire puro, que el suelo esté limpio, que beba agua potable y que se realice el aseo personal diario.
Enseñe al niño hábitos saludables de alimentación.
Evite riesgos de enfermedades y accidentes.
Detecte y trate oportunamente las enfermedades.