Todos los adultos hemos sido niños alguna vez, pero casi todos lo hemos olvidado y cuando llega la hora de ser padres y tenemos un niño entre los brazos no sabemos qué hacer, ni cómo tratarlo, por-que nadie nos ha preparado para esta experiencia. Ojalá existieran escuelas que nos enseñaran a ser buenos padres, ojalá pudiéramos recordar al niño que fuimos y así saber qué necesita, desea y siente nuestro hijo, ojalá tuviéramos a la mano todas las respuestas a las preguntas que nos hacemos como padres.
Este libro ha sido escrito pensando en los padres, pero ante todo pensando en los niños. El niño que acaba de nacer está aquí y ahora, está viviendo su vida ya, y como es un ser nuevo en este mundo no sabe exactamente qué es lo que quiere.
Lo mejor que le puede pasar a un niño es contar con la comprensión, el cuidado y el apoyo de los adultos, con el amor y el respeto por su ser y por su entorno; y poder vivir su propio mundo hecho de sensibilidad, imaginación y fantasía; de emociones, gozos y placeres; de diversiones y juego, y sobre todo de afán de aprender.
Todos los padres sueñan con poder ofrecer lo mejor a sus hijos, y que sus hijos puedan ser felices. ¿Cómo es el niño que queremos ver crecer en nuestros hogares?
Integral, en cuanto pueda integrarse y relacionarse bien con los demás y con el mundo que lo rodea.
Que viva con alegría las cosas buenas de la vida y que afronte con entusiasmo las dificultades, y salga fortalecido por ellas.
Que se desarrolle como individuo, persona, y ser social que tiene derechos y responsabilidades.
Queremos un niño amoroso, amistoso, alegre, juguetón, responsable, sincero, tolerante, honesto, pacífico, con capacidad de sentir, de emocionarse, de soñar, de pensar, de jugar, de compartir, y de vivir la vida en todo sentido.
En los primeros años se forma el ser que vamos a ser para el resto de la vida. En esta primera etapa, que llamamos la Primera Infancia, se dan los aprendizajes más importantes: aprender a caminar y a movernos por el mundo, aprender a hablar y a comunicarnos, aprender a pensar y a relacionarnos con los demás.
El acompañamiento que le brindemos al niño durante su Primera Infancia es decisivo, ya que marcará su personalidad. La oportunidad de educar bien al niño durante este período, brindándole amor y buen ejemplo, no la volveremos a tener. ¡Aprovechémosla!
Hay animales que al nacer ya están muy preparados para enfrentar los desafíos de la realidad y sus habilidades se desarrollan de manera muy rápida. Los niños recién nacidos, por el contrario, para alimentarse y suplir sus necesidades básicas, dependen de su madre y de la familia que los rodea. Su crecimiento y desarrollo es más largo en el tiempo y más delicado que el de la mayoría de los infantes del reino animal.