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La siembra

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La siembra

Las semillas nativas

Las semillas son parte esencial tanto de las culturas, como de la soberanía alimentaria de los pueblos. Por esto desde hace milenios han viajado de familia en familia, permitiendo la conservación de una gran diversidad de plantas, recetas y formas de cultivar que debemos mantener y enriquecer. Desde el origen de la agricultura —hace aproximadamente 12.000 años—, los agricultores han sido los guardianes de los ciclos agrícolas, al reproducir las semillas, cultivarlas y guardarlas para la próxima cosecha.

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Sembrar y cosechar nuestras propias semillas e intercambiar las variedades locales ha sido la mejor forma de conservar la biodiversidad, la producción de alimentos nutritivos y saludables y la única forma de mantener la soberanía alimentaria.

Para seleccionar las mejores semillas, hay que observar el ciclo de las plantas: flores, frutos y semillas. Es clave elegir las plantas más vigorosas, saludables, productivas, resistentes y de buen sabor.

Existen diversos tipos de floración en las plantas: algunas producen flores durante varios meses, como la calabaza y el tomate; otras florecen una sola vez, como la lechuga, y otras florecen dos veces al año, como la zanahoria y la cebolla.

Las semillas tienen diferentes formas: los frutos secos, como los frijoles o el girasol, se deben recoger rápidamente para que no se deterioren; los frutos carnosos, como los tomates y los pepinos, se recogen cuando el fruto esté maduro, quitando la pulpa y dejando secar las semillas.

Muchos de los árboles del bosque o de las cercas vivas producen sus frutos o vainas en distintas épocas del año. Lo mejor es esperar a que los frutos o semillas caigan debajo de los árboles para recogerlas y guardarlas para su siembra.

Casi todas las semillas se pueden guardar durante varios años en lugares oscuros, secos y frescos, en frascos de vidrio y con el nombre de la planta y la fecha de su recolección. Hay algunas semillas, como las de los guayacanes, que se deben sembrar inmediatamente después de que caigan al suelo, pues duran poco tiempo vivas.

Lo mejor para almacenar, cuidar y reproducir las semillas es volver a sembrarlas en la tierra.

Las semillas son fuente de vida y diversidad. Esta es una invitación a que las comunidades retornen a sus saberes ancestrales, así como a preservar las semillas nativas que forman parte de nuestro patrimonio cultural y natural. Debemos velar por el bienestar de todas las especies, incluyendo la propia, porque la Tierra es un gran ser vivo, donde todos los que la habitamos estamos relacionados.

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